as marcas y las agencias se enfrentan a cuestiones espinosas sobre a quién pertenece el trabajo generado por la IA, y la respuesta podría ser a nadie. Mientras se resuelven estos enredos, a los anunciantes les está cos-tando navegar por el nuevo mundo de la IA. La semana pasada, la Copyright Office de EE.UU. declaró que los contenidos generados principalmente por inte-ligencia artificial no pueden estar protegidos por derechos de autor. Esto significa que los anunciantes que utilizan herramientas de IA generativa como ChatGPT y DALL-E para llevar a cabo un trabajo crea-tivo no son necesariamente propietarios de ese trabajo. Desde la copia original a las ilustraciones digitales, pasando por los anuncios en vídeo propiamente dichos, el derecho de las agencias y las mar-cas a reclamar la autoría de este material, y evitar así su reproducción por terceros, está ahora cuestionado. Aunque la Copyright Office no es un organismo jurídico, se encarga de revisar y aprobar las solicitudes de derechos de autor. Cada solicitud se estudiará caso por caso y, en el caso de las que tengan que ver con la IA, la decisión del organismo dependerá en última instancia de la importan-cia que haya tenido la IA en la creación del contenido. L