El misterio del hombre invisible

Martin Margiela es un diseñador diferente. Su ropa no lleva etiqueta, no hace desfiles y no usa modelos famosas. Hasta ahora nadie le vio la cara, pero su maison es una de las más conocidas del mundo entero.

El misterio del hombre invisible
Nadie conoce su cara: el misterio es parte de su estrategia de marketing.
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En 1988, un recién graduado en la Academia de Amberes, Martin Margiela, y una asistente de Jean Paul Gaultier, Jenny Meirens, fundaron Maison Martin Margiela. En octubre de ese mismo año asombraron con su primer desfile, trabado en un lenguaje totalmente nuevo en torno a una silueta longilínea diametralmente opuesta a la imperante en el mainstream. Todo sin ponerle cara al fenómeno.
No existen imágenes del diseñador, ni siquiera de cuando era director creativo de Hermés (salía a saludar al final de los shows disfrazado de hombre invisible). Dos décadas después, continúa encabezando la lista de marcas más influyentes y transgresoras sin facilitar titulares, ni vestir a celebrities, ni amoldarse a un engranaje en el que marca la pauta desde el margen.
Este diseñador es uno de los personajes más interesantes que actualmente pululan por el mundo de la moda. Su caso
es raro dentro del mundo de la moda. Porque se conocen sólo pinceladas de su biografía académica y currículum laboral. Y porque nadie es capaz de ponerle cara después de 20 años en el negocio. Ni siquiera pone su nombre en las etiquetas. Y 20 años después de comenzar con la aventura que es Maison Martin Margiela, sigue siendo un misterio: el misterio del hombre invisible.
Este diseñador poco se ajusta a los clichés de la moda.
Sus desfiles no son a lo grande, ni en sitios lujosos llenos de paparazzi. Son lugares de desecho, de escombros, depósitos de ropa usada, andenes de Metro, o estacionamientos fuera de uso. No utiliza grandes modelos ni gente del star system para mostrar sus obras. Posan sus amigas y gente que recoge por la calle. En los últimos años decidió no hacer más desfiles y en su lugar crea videos en los que simplemente se muestra la ropa sin más aditivos que ella misma, nada de música ni caras conocidas ni grandes escenografías; la calle y su taller, nada más.

Un caso especial
Martin Margiela nació el 9 de abril de 1957 en Lovaina, Bélgica, y estudió en la Escuela de Bellas Artes de Amberes. Estuvo asociado, aunque sólo temporalmente, a la más célebre generación surgida en el seno de esta escuela, los Antwerp Six (Ann Demeulemeester, Dries van Noten, Dirk Van Saene, Dirk Bikkembergs, Walter van Beirendonck y Marina Yee). Se podría decir que es algo así como el séptimo en la sombra, pero eso sería menospreciarlo: es un outsider.
En 1980 se graduó y comenzó a trabajar como freelance hasta que en 1985 entró a formar parte de la plantilla de Jean Paul Gaultier, para quien trabajó durante dos años. Tras su salida de la marca francesa creó, también en París y junto a Jenny Meirens -asistente de Jean Paul Gaultier- su propia firma, Maison Martin Margiela.
Terry Jones lo define como “el diseñador por excelencia”, ya que Margiela “podría considerarse como una forma clara de metamoda: su ropa tiene que ver esencialmente con la ropa”. En efecto, su discurso se basa en las propias prendas. Son ellas quienes hablan por sí mismas. Por ello, la etiqueta de sus creaciones tampoco incluye su nombre. Tan sólo un número, entre 0 y 23, que corresponden con cada una de sus líneas: el 1, por ejemplo, para la colección para mujer; el 10, para hombre; el 11, para los accesorios; el 22, para los zapatos, etcétera.
Sus colecciones pueden comprarse en todo el mundo, desde París, Bruselas, Londres, Munich, Milán, Moscú, San Petersburgo, Nueva York, Beverly Hills, hasta Japón, Taiwan y Corea.
En octubre del 2008, Maison Martin Margiela cumplió su 20 aniversario. Para conmemorarlo, el Museo de la Moda de Amberes le dedicó una exposición que recogía algunos de los hitos y leitmotivs de su carrera, como las deconstrucciones o los materiales reciclados. No es la primera vez que esta maison forma parte de una exposición, porque esta firma es la muestra inequívoca de que la moda es arte.

Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

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