Por Raúl Cardós
Fundador de Anónimo
Ayer me hacían una entrevista sobre la situación que estamos viviendo y cómo la estamos afrontando desde la agencia.
Hablábamos sobre lo difícil que está la economía, sobre lo que se viene, sobre los recortes presupuestales de los clientes, en fin, sobre todas esas cosas que tanto nos preocupan a todos, sobre todo a los que somos independientes.
En un punto, la chica con la que hablaba me preguntó:
“¿Y en estos momentos no extrañas la seguridad de una red vs la incertidumbre de ser independiente?”
La respuesta me salió del alma y fue más o menos así:
―Ser independiente da miedo, sí. Es mucha la incertidumbre. No tienes más “espalda financiera” que la que te dan los ingresos de tus clientes y si esos ingresos se reducen drásticamente eso tiene un efecto directo sobre tu operación. Pero prefiero mil veces ese miedo que la rabia que seguramente sentiría al recibir una llamada de alguien desde Miami o Nueva York para decirme que “la cosa no pinta bien globalmente y que vamos a tener que liquidar gente”.
Liquidar gente
En momentos de tanta incertidumbre como los que estamos viviendo. En momentos en los que hacer todo lo posible por cuidar de tu gente tendría que ser la prioridad. Dejar a la gente sin trabajo, cortarle el ingreso de tajo, pasar toda esa presión a personas que se han partido el alma por la agencia, porque “la cosa se ve mal” porque “el grupo a nivel global, los accionistas, la bolsa, necesitan detener la caída”.
Prefiero el miedo de la incertidumbre que la rabia por el resultado. Prefiero la libertad de acción que la obligación de la obediencia corporativa.
Es cuestión de enfoques, supongo. De objetivos. De visión.
El equipo versus el dinero
Las redes están llenas de buenas personas. De gente muy talentosa. De grandes líderes que quieren hacer las cosas bien. Eso no lo pongo en tela de juicio. También entiendo que llega un punto en el que hay que tomar decisiones drásticas. La pregunta es ¿en qué momento? ¿Cuándo se agotaron los recursos o simplemente por qué “hay que cuidar el resultado”?
Yo conocí de cerca el mundo corporativo. Lo viví con todo lo bueno y lo malo que tiene. Y son muchas las cosas buenas. Esa “seguridad” de la que me hablaba ayer esa chica, entre otras. Pero lo malo, quizás lo más malo que tiene ese mundo, es que lo único que manda, es el bottom line. El resultado. El precio de la acción. Por sobre todas las cosas.
Quiero pensar que cuando yo estuve ahí y me tocó jugar ese rol, intenté hacerlo bien. Siempre intenté priorizar a la gente, a mi equipo. Porque en una industria como la nuestra, el único asset que tenemos es ese: nuestro equipo. No debería haber nunca nada más importante que nuestra gente. Porque sin ellos no hay agencia que valga, por más que se trate de una marca famosa, inmensa, globalmente conocida, llena de clientes grandes.
Me parece increíble que una industria cuyo diferencial tienen que ser las ideas, la innovación y la creatividad, esté liderada por financieros. Por “guardianes de resultados económicos”. Cuando lo que manda es el resultado económico, la capacidad de experimentación se reduce. Cuando el bottom line del business plan es más importante que el talento, el talento se frustra, se seca, se va.
Y lo más irónico es que sin ese talento, el resultado económico no llega.
Me da miedo pensar en lo que puede llegar a pasar con la economía.
Me da miedo ver lo que está empezando a suceder en nuestra industria.
Pero también me da mucha seguridad saber que puedo usar los recursos de la agencia, hasta donde alcancen y siempre por encima de “los resultados” para priorizar el tratar de mantener a toda costa los trabajos de la gente que la ha traído hasta donde está y que la hace ser lo que es.
La gente versus el resultado
Ahí está la diferencia.