¿Qué la llevó a enamorarse de la actividad que ejerce?
Cuando tenía catorce años, para una actividad en el colegio, tuvimos que hacer una campaña publicitaria. Trabajamos para chocolates Milka ―que casualmente hoy es cliente de la agencia― y grabamos un spot, produjimos un comercial de radio y diseñamos una gráfica para revistas. Fue tal el disfrute que entonces decidí que allí había algo que me resultaba interesante. Trabajar de lo que te gusta es realmente un privilegio.
¿Qué enseñanzas y aprendizajes ha experimentado, en ambos sentidos ―hacia ellos y desde ellos―, entre usted y su equipo de trabajo?
Es una calle de doble vía, tan dual, que sólo hay crecimiento cuando se juega en equipo, como en el deporte. También he experimentado ese mismo sentido de entretención como cuando estaba en la enseñanza media, algo lúdico. Me apasiona crear equipos de trabajo, buscar sinergias, mejoras, ver cómo la gente florece; y, por supuesto, en ese aprendizaje están tejidas mi propia realización y mi mejora. Con el paso del tiempo se le sumó el desafío de sentir la responsabilidad de un montón de personas y familias, que dependen de la visión y la energía que una ponga en esa tarea. Por lo cual he experimentado mucho orgullo y creación de valor en conjunto para poder salir adelante y dar siempre lo mejor. Lo que también he aprendido es que hay que tener muy claras las prioridades en la vida y rodearse de buena gente que sepa apoyarse mutuamente: la parte técnica se aprende… O se usa inteligencia artificial.
¿Qué expectativas le genera la posibilidad de utilizar programas de inteligencia artificial en su actividad? ¿Qué encuentra a favor y qué en contra?
Me genera controversia. Por un lado, encuentro maravillosa la posibilidad de bucear en un océano de ideas, preguntas y aprendizajes. Cuando además sos curiosa por naturaleza, se vuelve desafiante. También hay un tema de optimización de recursos en tareas mecánicas sin valor o en áreas de commodity. Pero ¿dónde está el valor entonces, la diferenciación? Encuentro que la clave está en la privacidad y en la inteligencia humana. A su vez, en la posibilidad de no perder una buena conversación con los equipos sólo con una taza de café, sin estar conectados con la tecnología sino de verdad, celebrando una idea o un nuevo cliente que salió de la interacción de un grupo humano que hace la diferencia, agregando valor.