La primera vez que conversé con él fue cuando se vino a despedir porque se iba de mi agencia.
Él recuerda que le sorprendió mucho que yo le dedicara más de una hora y media de mi tiempo a alguien que se iba.
“Hasta me hiciste un dibujito y todo con una explicación de hacia dónde se estaba yendo la publicidad ―me cuenta y se ríe―. Me hubiese encantado guardarme ese papel de recuerdo, pero no me animé a pedírtelo”.
La historia de Gus empieza en la esquina de Cabildo y Juramento, una de las intersecciones más transitadas de la ciudad de Buenos Aires.
Hasta ahí había ido un grupo de alumnos de creatividad con una consigna que les había dado su profesor, ese genio llamado Leandro Raposo.
“Elijan una persona y síganla hasta donde vaya. Deben conseguir que llame a la Universidad para encargarles un trabajo”, les había pedido Raposo.
Gus y su grupo eligieron a una chica de unos 20 años.
La siguieron hasta su casa.
¿Qué podemos hacer para conocerla mejor?
Decidieron robar su bolsa de basura todas las noches.
Escarbando aprendieron mucho de ella y su familia.
Comenzaron a llamar día por medio haciéndose pasar por encuestadores.
Llegó el momento de presentar el trabajo práctico en la Facultad.
Llevaron las bolsas de basura. Mostraron el perfil de la chica y su familia.
Llamaron nuevamente por teléfono en medio de la presentación.
La madre atendió aterrada: “¿Quiénes son ustedes? Si no dejan de molestar, llamamos a la policía”.
Al día siguiente dejaron un folleto en la casa de la chica.
El servicio de identificación de llamadas de Telecom.
En menos de una hora, la madre había contratado el servicio.
De este tipo de ideas, Gus ha tenido miles.
Como cuando tiñó de pintura roja la fuente del Monumento de los Españoles la noche del 11 de octubre.
El 12 de octubre, Día de la Raza, los chorros de las fuentes tiraban agua roja, sangre de los pueblos originarios masacrados en la Conquista, como Gus había pintado con stencil en el monumento.
“Era un poco radical de chico”, dice, y me cuenta que estaba decidido a dejar la publicidad y dedicarse al arte.
Pero los hermanos Mollá se cruzaron en su vida.
Gus trabajó ocho años en La Comunidad, en Miami.
“Mucho de lo que sé lo aprendí de ellos; especialmente de José, porque es con quien yo más trabajaba”.
Por aquel entonces, la idea de tener una agencia propia ya rondaba por su cabeza.
Tenía que encontrar un nombre.
Tenía que encontrar un socio, alguien que lo complementara.
El nombre se le ocurrió una tarde, cuando el sol ya estaba bajo, metido en el mar hasta el cuello: We Believers.
Al socio lo conoció trabajando freelance: Marco Vega.
“Marco es todo lo que yo jamás seré. Somos una dupla perfecta”.
We Believers comenzó en agosto de 2014.
No tienen oficina.
“Siempre dijimos que nuestros headquarters are in the cloud y que las oficinas no piensan, preferimos poner el dinero en gente y en invertir en nuestros proyectos”.
Desde que nació, We Believers ganó Grandes Premios en todos los festivales en los que participó.
Todos los años.
Proeza que alcanza su climax con el premio de Independent Agency of the Year en Cannes 2022.
Hace unos años, frente a un Palais repleto, Dan Wieden, luego de recibir el León de San Marcos a su inmensa trayectoria publicitaria, nos gritó a todos: Stay independent!!!!
En una industria abusada por los holdings y las networks, el grito de Dan se ha hecho carne más que nunca.
Mirá quiénes son los que están haciendo el mejor trabajo del mundo.
Allí te vas a encontrar la agencia de los creyentes.
Gus es la persona que más lejos ha llevado la creatividad argentina.
Y más lejos llevará la creatividad latina.
Gus tiene clase.
Escucha más de lo que habla, deja que su trabajo lo diga todo.
Era hora de que volviéramos a tener héroes propios.
Que se suban al escenario de Cannes a inspirarnos personas que se dedican al mundo de las ideas.
Y no Ben Stillers llevados por holdings financieros y billonarios techies.
Influencia nació para que entendamos que, a pesar de que nuestros respectivos países difícilmente lideren rankings, las mejores ideas del mundo hoy provienen de mentes latinas.
La nueva, maravillosa, imparable aristocracia latina.
INFLUENCIA (*).
Nos sobra talento. Nos falta influencia.
Fernando Vega Olmos
(*) Los interesados en proponer nombres deben escribir a fernandovegaolmos10@gmail.com incluyendo en el asunto: “Influencia”.