POR DEMIÁN FALESTCHI
CEO y cofundador de Kids Corp
A partir de enero de 2020, la plataforma comenzará una nueva etapa en la que fomentará el desarrollo de contenidos de calidad y la protección de la privacidad de los niños en internet, en línea con la ley COPPA (Children’s Online Privacy Protection Act). Sin embargo, creadores, motivados por sus intereses, se oponen.
A partir de la multa de 170 millones de dólares impuesta por la FTC (Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos) a YouTube por no cumplir con la ley COPPA, el próximo 1º de enero será una bisagra en la historia de la publicidad mundial. YouTube solicitará a los creadores que clasifiquen cada video que esté dirigidos a niños menores de trece años, con el objetivo de que éstos administren sus contenidos de acuerdo a la ley estadounidense, considerada el estándar dorado para proteger a los niños en internet.
Cuando un creador clasifique su video como “apto para niños”, generará que se eliminen los anuncios personalizados (basados en datos de comportamiento); se desactiven los comentarios; no se pueda dar like o dislike; se elimine la pestaña comunidad y los chats directos; no se pueda donar al canal; no se puedan hacer historias; y no lleguen notificaciones a los seguidores.
El impacto de la nueva normativa de YouTube es de suma importancia por la estrecha relación que existe entre los niños y la plataforma. Según un estudio realizado por el Pew Research Center, los clips protagonizados por menores de trece años obtuvieron tres veces más visitas que cualquier otro contenido.
Desde YouTube expresan estar convencidos de que su prioridad es proteger a los niños y su privacidad y fomentar un ecosistema responsable y de cuidado para ellos. Asimismo, también comprenden la preocupación de los creadores. Considerando ambos intereses, han decidido acompañar a los creadores en la transición invirtiendo significativamente en las políticas, los productos y las prácticas para ayudarlos a desarrollar contenido de calidad.
Por el lado de los creadores y/o youtubers, a partir de que les fueron comunicados los cambios por parte de la plataforma, han mostrado su descontento a través de sus propios canales y redes sociales, preocupados por la caída que significará en sus ingresos. Incluso realizaron una petición en Change.org con la que esperan llegar a un millón de firmas.
Según las estimaciones del sector, entre el 60% y 90% de los ingresos de sus canales caerá. Sin embargo, se podrán seguir monetizando a través de metodologías contextuales y/o siendo seleccionados uno a uno.
En sintonía con el descontento, la FTC abrió un canal para atender los reclamos de los desarrolladores y de YouTube respecto a la implementación de la ley COPPA en la plataforma, en el que extendió el plazo de recepción a 48 horas, lo que podría considerarse como una señal para flexibilizar en algún punto las nuevas reglas comunicadas.
Mientras YouTube está a pocos días de implementar el mayor salto de calidad en la historia de la publicidad online, hay ciertos creadores que se oponen a que la plataforma cumpla con COPPA.
Los niños, que representan hoy un tercio de la audiencia mundial, según UNICEF, merecen ser cuidados y respetados como tales. Gracias a ellos y a su participación, YouTube y miles de creadores de contenido han podido desarrollar negocios millonarios durante los últimos años.
A raíz de las nuevas reglamentaciones, los creadores tendrán el enorme desafío de reinventarse para continuar ganando dinero en la plataforma. Los contenidos de calidad serán los que obtendrán la bendición de ser reconocidos y pagados, y los de baja calidad irán siendo “expulsados” del sistema. YouTube, a través de su algoritmo, ya viene experimentando en posicionar el contenido relevante y de calidad, dándole mejor posicionamiento y visibilidad.
Empresas como Apple (App Store), Google (Google Play) e inclusive Instagram (que recientemente implementó cambios en su registro) vienen mostrando avances que, aunque continúan siendo insuficientes, responden a una tendencia a la que ya no se debe escapar.
No son hechos aislados. En paralelo, crece una industria denominada “kidtech”, en la que empresas de tecnología invierten fuertemente para potenciar el ecosistema digital para niños, contemplando como fundamento la “privacidad por diseño, para crear experiencias seguras y entretenidas”.
Internet no fue pensada ni diseñada para niños: es un espacio muy hostil y, como consecuencia, es notorio el incremento en la aparición de regulaciones (no sólo en los Estados Unidos) que protegen a los niños cuando están online. La Unión Europea tiene la propia con la GDPR-K, que también está siendo implementada en China, India, Japón y Brasil: en total, alcanza y protege, hoy, a 850 millones de niños alrededor del mundo.
Detrás de tantos números, regulaciones, sanciones y opiniones se puede distinguir un principio que rige desde que comenzó la humanidad: cuidar a los niños. En diferentes etapas de la historia se los ha protegido de diversas maneras, cuidándolos de los animales salvajes, recomendándoles que no hablen con extraños o no dejando abiertas las puertas de nuestras casas. Los ejemplos son infinitos, pero el fin ha sido siempre el mismo, y lo sigue siendo ahora: los adultos tenemos la responsabilidad de que los niños se desarrollen en un ámbito acorde a su edad y a sus intereses reales.