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COLUMNA EXCLUSIVA

Recuperar la confianza es imprescindible para el crecimiento en América Latina, dice Nicolás Fritis

El CEO de Ipsos Chile afirma que “la región enfrenta una crisis de confianza que amenaza con frenar su desarrollo”. En una columna detallada, agrega que esa desconfianza se manifiesta en diversos niveles: “Desde la percepción de las instituciones y autoridades hasta la economía y las relaciones interpersonales, pasando por una sensación generalizada de inseguridad por el impacto del crimen y la violencia”.

Recuperar la confianza es imprescindible para el crecimiento en América Latina, dice Nicolás Fritis
Fritis: “El camino es arduo, pero la recompensa, una América Latina próspera y resiliente, justifica el esfuerzo”.

Por Nicolás Fritis
CEO de Ipsos Chile


En el corazón de América Latina late una rica herencia cultural y un potencial económico vibrante. Sin embargo, la región enfrenta una crisis de confianza que amenaza con frenar su desarrollo. Esta desconfianza se manifiesta en diversos niveles: desde la percepción de las instituciones y autoridades hasta la economía y las relaciones interpersonales, pasando por una sensación generalizada de inseguridad por el impacto del crimen y la violencia. En este contexto, recuperar la confianza no es sólo deseable: es imprescindible para fomentar el crecimiento y enfrentar los desafíos que se avecinan.

La desconfianza en las instituciones ha alcanzado niveles alarmantes. En muchos países latinoamericanos, la corrupción, la inestabilidad política y la falta de transparencia han erosionado la fe en el gobierno. Actualmente, la corrupción política/financiera se posiciona como la tercera mayor preocupación de los ciudadanos en América Latina, sólo por debajo del crimen y el desempleo. Los ciudadanos se sienten desilusionados y esta desilusión se traduce en apatía y falta de participación cívica, lo cual socava las bases de la democracia y la convivencia social.

El aspecto económico también juega un papel fundamental en esta crisis de confianza. La incertidumbre económica, con fluctuaciones en los mercados y desigualdades persistentes, ha generado un escepticismo profundo en la población. El Índice de Confianza del Consumidor de Ipsos muestra que el promedio regional se ubica en zona de pesimismo desde enero de 2019. Si bien la situación ha mejorado desde el mínimo obtenido en 2020, en plena pandemia, ya son seis años con los consumidores latinoamericanos mostrando una baja confianza económica. Otro estudio global de Ipsos, el Monitor del Costo de la Vida, reveló que los seis países latinoamericanos medidos (la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú) se encuentran entre los diez peor evaluados en cuanto a la percepción de los encuestados sobre su situación financiera personal. Esta falta de confianza económica repercute negativamente en la inversión, el consumo, el ahorro, y el crecimiento.

En cuanto a las relaciones interpersonales, la falta de confianza se manifiesta en la desintegración del tejido social. Las personas se han vuelto más individualistas y la cohesión comunitaria se ha debilitado. El Índice de Confiabilidad de Ipsos, que mide la confianza de las personas en diferentes profesiones y actores de la sociedad (policías, doctores, políticos, empresarios, personas comunes, etcétera), revela que los seis países latinoamericanos medidos se ubican en la zona negativa del estudio, o sea que la desconfianza en todos los grupos medidos supera a la confianza. Algunos casos destacados negativamente, como Perú o Chile, se encuentran en los últimos puestos del ránking global.

Esta crisis generalizada de confianza, que tiene su manifestación en la economía, la política, la sociedad, los negocios, el consumo, el marketing y el quehacer de las empresas, es uno de los principales desafíos a abordar en 2025 para avanzar en el crecimiento y el desarrollo de América Latina.

En este contexto, el papel de las marcas y empresas privadas es crucial. Las empresas no sólo deben centrarse en maximizar sus beneficios, sino también en ser agentes de cambio y construir relaciones de confianza con sus consumidores y la sociedad en general. La sostenibilidad, la autenticidad y la credibilidad se convierten en estrategias clave para lograrlo. Las empresas deben ser transparentes en sus operaciones, sostenibles en sus prácticas y éticas en su comportamiento. Al actuar de manera responsable, pueden ganar la confianza de los consumidores y, al mismo tiempo, contribuir al desarrollo social y económico de la región.

Además, las marcas tienen la capacidad de influir en la percepción pública y pueden jugar un papel importante en la promoción de valores como la integridad, la honestidad y la responsabilidad. Al involucrarse activamente en causas sociales y ambientales, las empresas pueden demostrar su compromiso con el bienestar de la comunidad, lo cual es esencial para ganar la confianza de los consumidores.

En conclusión, América Latina enfrenta un desafío formidable: recuperar la confianza en sus instituciones, en la economía y entre sus ciudadanos. Este desafío requiere un esfuerzo colectivo, en el que gobiernos, empresas y sociedad trabajen juntos hacia un objetivo común. Al fomentar la transparencia, la inclusión y la solidaridad, la región podrá construir un futuro más prometedor y resiliente. La confianza es el cimiento sobre el cual se construye el crecimiento; sin ella, el progreso es simplemente insostenible.

La confianza, ese intangible activo, se ha convertido en el talón de Aquiles de América Latina. Su ausencia corroe las instituciones, la economía y el tejido social, como una silenciosa enfermedad que inhibe el potencial de la región. Reconstruirla exige un compromiso multisectorial, para que la transparencia, la rendición de cuentas y la ética sean los pilares de una nueva manera de hacer las cosas. Las empresas, como actores clave, deben trascender la búsqueda del beneficio y asumir un rol proactivo en la construcción de un ecosistema de confianza. No se trata sólo de recuperar la fe, sino de sembrar la semilla de un futuro en el que la integridad sea el motor del desarrollo sostenible y la prosperidad compartida. El camino es arduo, pero la recompensa, una América Latina próspera y resiliente, justifica el esfuerzo.

Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

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