—¿Cómo es trabajar desde la virtualidad?
—Desde lo personal, todavía estoy basada en la Argentina. Desde lo laboral, estoy creciendo. Eso significa desaprender todo lo que habíamos adquirido y reaprender. Eso sintetiza cómo estoy. Por supuesto con mucha energía y mucho entusiasmo, porque esto nos hace sentir muy vitales, en contraposición de lo que sucede con la pandemia.

—A nivel corporación, ¿cómo fue el trabajo que tuvieron que hacer a raíz de la pandemia?
—Primero tuvimos que aprender, desaprender y reaprender de nuestros mercados, de nuestros consumidores, de nuestros clientes y de las comunidades en general. La pandemia nos obligó a ser ágiles, algo que ya veníamos trabajando y que claramente es un deber en siglo XXI; y a ser flexibles, porque todo lo que habíamos planeado tuvimos que desarmarlo. Por otro lado, internamente nos permitió acelerar procesos que teníamos. La pandemia aceleró algo que el siglo XXI nos daba la señal de que iba a ir por ahí y terminó siendo. Por ejemplo, trabajar desde casa. El edificio de Coca-Cola en la Argentina no solamente es open space, sino que además es location free, es decir, trabajás donde consideres que vas a ser más eficiente, sin importar la jerarquía. Nos encontró culturalmente más preparados, pero a la vez aceleró ese proceso.

—¿Cómo fue la relación con los consumidores en este aspecto?
—Lo primero a lo que nos enfrentamos fue a pensar en las comunidades en las que operamos. Nuestra primera decisión fue servir a la sociedad. Nosotros trabajamos con la idea de que las personas deben estar en el centro. Nos basamos en cuatro ejes: los empleados (de la compañía y de todo nuestro sistema), la accesibilidad de las marcas (y que haya disponibilidad de stock), la seguridad y el rol social. Lo primero que hicimos fue reinvertir nuestros esfuerzos de comunicación y destinarlos a la ayuda comunitaria, y eso se hizo globalmente y en cada territorio con sus particularidades locales.

—Pregunta del público: ¿qué plan de acción en el contexto de pandemia los sorprendió positivamente?
—Por supuesto que hay muchas marcas y acciones a la vez. Lo que aprendimos rápidamente fue a no sacar provecho de la situación, ni por salir a comunicar. Había muchos pedidos de la gente y percibimos que no debíamos ser oportunistas; tanto, que frenamos todas nuestras comunicaciones. Por otro lado, fue la reacción de la gente cuando salimos a comunicar. Esto de la visión optimista de compartir con nuestros seres queridos nuestro tiempo y vida juntos alrededor de la mesa. Cuando lo decimos el consumidor lo agradece.

—¿Es un gran desafío el que está viviendo o tuvo momentos más complicados en su carrera?
—Te puedo hablar del presente. Yo siento que, por supuesto, la pandemia no es algo deseado ni que uno espera, sobre todo por la conciencia social que la humanidad atraviesa y por cómo ha impactado a los seres humanos: aunque no pasó, seguimos en medio de una pandemia. Así que no es un momento deseado. Pero nos ha permitido repensarnos para seguir creciendo, con dolor, con esfuerzo; tiene la energía del desafío. Lo que a mí me pasa con esto de enfrentarnos a crecer es la sensación de estar viva, de tener en las manos un negocio que tiene mucho por delante, marcas que tienen mucho que ofrecerles a consumidores y clientes. Siento una enorme oportunidad, aunque el contexto no es el que hubiera querido.