Publicidad Gran Bretaña

EN UNA COLUMNA FIRMADA QUE PUBLICÓ EL PERIÓDICO BRITÁNICO THE GUARDIAN

Tony Kaye hizo un mea culpa público y estratégico

El excéntrico director de cine publicitario inglés ya era famoso en su país y en el mundo entero como una celebridad de la publicidad cuando, unos años atrás, hizo sus valijas y se mudó a Hollywood. Pero las cosas no fueron tan fáciles como él pensaba, confiesa ahora, sobre todo a causa de su impredecible carácter y su eterna rebeldía, y la Meca del cine se lo sacó de encima como a un insecto mole

Tony Kaye hizo un mea culpa público y estratégico
Kaye, fotografiado en 2001 por adlatina.com cuando en Miami, en plena etapa de su rebeldía contra Hollywood, sorprendió a los asistentes al festival del Clio con media hora de un inesperado –y fuera de programa– punk-rock británico.
La columna, titulada “Losing it” (Perdiéndolo), se publicó el viernes con una breve introducción en la que el diario The Guardian explica que cuando Tony Kaye “empezó a hacer de las suyas en Hollywood, llevando un rabino, un sacerdote y un monje budista a una reunión con un productor o disfrazándose de Osama ben Laden (sobre esto, ver nota de adlatina.com del 26 de octubre del año pasado), los jeques de la ciudad no se dejaron impresionar. Hoy, Kaye revela cómo se convirtió en un marginado en Los Ángeles”. El texto que firma Kaye está escrito en primera persona. Tras confesar que está cumpliendo 50 años este año –algo que a uno “lo conmueve”–, inmediatamente se mete en el recuerdo de la filmación y posterior postproducción de “American History X”, su primer -y hasta ahora único- largometraje estadounidense, protagonizado por Edward Norton y realizado cuatro años atrás. Algunas de las reflexiones y anécdotas más ricas que Kaye vuelca en su columna son: • “Cuando dejé Londres para viajar a Los Ángeles en 1990, me vi siguiendo los pasos de leyendas como (Eric) von Stroheim, (Orson) Welles, (Francis Ford) Coppola. Suponía que para ser un buen director una necesitaba ser un pirata como ellos. Lo que no entendí fue que ellos se habían recreado como figuras míticas pero nunca habían perdido de vista las reglas. Yo no hice lo mismo y, ahora, las mayoría de los ejecutivos de los grandes estudios no quiere ni verme. N es que crean que no soy bueno. Es sólo que si uno es un dolor en el culo, no importa mucho cuán buenas sean las películas que haga. La gente no desea ser molestada. Yo tenía pasión, concédanme eso. Pero era, y esto debo reconocerlo, un espectacular dolor en el culo”. • “Cuando el estudio New Line me mandó el guión de ‘American History X’ pensé que era profundamente defectuoso, pero que podría arreglarlo de algún modo. Por eso no me opuse a la idea del estudio de contratar Edward Norton. Por entonces, Norton era el chico dorado de Hollywood, más allá de que yo considerara que no tenía suficiente peso o presencia”. • “La primera proyección de mi corte había sido un éxito. Pese a eso, el estudio me dio páginas y páginas de correcciones, al igual que Norton. Hoy entiendo que cuando alguien te ofrece un consejo, uno no debe entrar en un ataque de ira digno de una cantante de ópera. Es mejor brindar respuestas a sus preguntas o mentir y decir que lo pensarás. Entonces no pude comprenderlo. Su primera reacción después de que los insulté a gritos fue prohibirme la entrada a la isla de montaje. A veces me dejaban entrar, y así trabajé con ellos en constantes reediciones durante un año. En un momento, hasta permitieron que Norton trabajara en la edición. Yo estaba tan perplejo por lo que él estaba haciendo con mi película que le pegué un puñetazo a la pared y me rompí la mano”. • “La versión de ‘American History X’ que se estrenó era 40 minutos más larga que la que yo había montado originalmente. Yo había tallado un duro y veloz diamante en bruto cinematográfico, de 95 minutos de duración. Pero la película que ellos presentaron al mercado estaba atestada de escenas de todo el mundo llorando en brazos de los demás. Y, por supuesto, Norton se había agregado generosamente bastante más tiempo en pantalla”. • “Cuando descubrí que esa era la copia que iba a ser distribuida, entré en una especie de manía. Contraté a un sacerdote, un rabino y un monje budista para que me acompañaran a una reunión con Michael De Luca, ejecutivo de New Line. Ninguno de los tres había visto la película, pero yo quería que la iluminaran. Puede sonar ridículo hoy, pero yo estaba esperando alguna ayuda de Dios, algo que me diera las diez semanas que necesitaba para volver a montar la película”. • “También logré que retiraran la película del festival de Toronto. Estaba filmando un comercial en Alemania cuando supe que ‘American History X’ había sido aceptada. Entonces me subí a un avión, volé a Canadá, fui a la oficina del organizador y reclamé que la película fuera retirada porque yo no estaba orgulloso de ella. Los de New Line enloquecieron: hubiera sido una excelente plataforma de lanzamiento para él filme y yo lo había echado todo a perder”. • “Comencé a ser una pesadilla para New Line. Había empezado a comunicarme con anuncios en las publicaciones especializadas. Todo lo que necesitaba decirles, lo decía en avisos de página entera en Variety o en Holywood Reporter; a veces citando a Lennon o a Shakespeare; otras, proclamándome el más grande director británico desde Hitchcock. De Luca me respondió del mismo modo en una sola ocasión”. • “Sé que hubo un enorme revuelo cuando Terry Gilliam publicó un anuncio similar en Variety en 1984, preguntando a los directivos de Universal Studios cuándo pensaban estrenar ‘Brasil’. Pero yo publiqué casi 40 anuncios. En mi opinión, fue la batalla más grande y sangrienta que hubo en Hollywood desde ‘Citizen Kane’”. • “Estoy seguro de que fue un infierno para todos los demás, pero yo me sentía energizado, como drogado. Cuando terminó y dejó de ser noticia, me vi desamparado en este sitio catastrófico. Todos mis amigos eran gente que no tenía el más mínimo interés en ayudarme a dirigir otra película. Y los pocos que podían haberse interesado ya habían sido heridos o estaban hartos de lo que yo había hecho”. • “En retrospectiva, pienso que De Luca hizo bien su trabajo. Hace poco me puse a ver el video que grabé en una de nuestras reuniones de entonces –yo grababa compulsivamente todo– y pude ver, por los gestos y los movimientos de De Luca, que yo ya lo había enloquecido por completo. Cuando veo ahora ese video y escucho la mierda que yo largaba a los gritos, quiero desaparecer de la faz de la Tierra”. • “Por más ridículo que suene ahora, yo estaba siendo honesto y sincero. Sí, sólo era una persona que había dirigido un film que no había funcionado muy bien. Pero había transformado el tema en un asunto de vida o muerte y me comportaba consecuentemente. Leyendo más en profundidad, yo no hacía más que atacarme a mí mismo, y esa es una batalla que nadie está preparado para ganar”. • “Lo que me salvó de terminar en una camilla de hospital o con una camisa de fuerza fue una combinación de claridad y crisis. Dejé de hablar por teléfono. Contraté a un intermediario para que hiciera todas mis llamadas, de modo que si alguien quería hablarme debía hacerlo a través suyo. Hasta dejé de ir a restaurantes. Necesitaba estar lejos de todo, lejos de la industria”. • “No vi la entrega de los Oscars ese año. Habitualmente amo las ceremonias de la Academia, pero esa vez no pude hacerlo: estaba demasiado involucrado. Sabía que Norton lograría una candidatura a mejor actor. Pero también sabía, en el fondo de mi corazón, que si me hubieran dejado terminar la película a mi modo, Norton hubiera ganado el Oscar. Hoy me doy cuenta de que fui un idiota inmaduro, un completo egocéntrico”. • “Finalmente, la abstinencia voluntaria a la que sometí me salvó. Hoy puedo ver cuán absurdo había sido mi comportamiento y durante los últimos meses he comenzado a tener relaciones nuevamente con gente de Hollywood, comportándome de modo realmente diplomático, jugando su juego. Me gusta. Disfruto ir con la corriente. Y he comenzado a dirigir comerciales otra vez, como un modo de solventar mis proyectos independientes”. • “Recuerdo estar viendo aquel primer video de Osama ben Laden parado frente a una cueva con un micrófono y pensar: “Esto quedaría muy bien en un show unipersonal”. Lo siguiente que pensé fue: “Oh, no, no puedes hacer eso”. Pero en el momento en que algo me asusta, siempre sé que tengo que enfrentarlo. Hice unas pocas apariciones en Nueva York, durante las semanas posteriores a los ataques a las Torres Gemelas, disfrazado de Osama ben Laden. Aparecía en el escenario y algunas personas me arrojaban su café. Era fascinante ser el objeto de tanto odio. Y de tanto café barato. Yo creía que estaba haciendo lo que Charlie Chaplin hizo con Adolf Hitler: haciendo mi aporte al país ridiculizando a ese símbolo del mal”. • “Hoy ya no soy una persona problemática. Aprendí a canalizar esa parte de mi personalidad a través de mi trabajo. Los comerciales me permiten hacer el cine y la música que me gusta, pero ya no me dedico a molestar o provocar a la gente. Ya no quiero ser aquella persona. Ya es suficientemente difícil hacer películas, así que no hace falta complicar el asunto haciendo que todo el mundo crea que uno es un lunático”. • “Soy mucho más feliz ahora. No me preocupa que puedo ser un completo fracaso como director de largometrajes. Disfruto siendo un humilde idiota y hasta hay rumores de que mi liberación de la cárcel de Hollywood es inminente. Hasta he tenido nuevas conversaciones con la gente de New Line. Todo lo que puedo confirmar es que he cambiado. El disfraz de Ben Laden está muy bien guardado en el ropero, y allí se quedará”.
Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

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