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ESTARÁ ABIERTA HASTA EL 24 DE SEPTIEMBRE

Richard Serra: un escultor que reinventó el espacio

Una retrospectiva en el MOMA repasa 40 años en 27 esculturas, entre ellas tres piezas nuevas. "Quiero que cada uno las recorra con su propio equipaje", dice el artista californiano.

Richard Serra: un escultor que reinventó el espacio
Vista de Intersection II, de Richard Serra, en el patio central del MoMA de Nueva York, ayer. Foto: AFP / TIMOTHY CLARY.
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La gente vive hoy en un mundo híbrido que mezcla lo virtual y lo físico de forma constante. Cuando pareciera que todas las innovaciones en la forma de explorar e interaccionar con el espacio se basan en la tecnología y se obsesionan con el ciberespacio, Richard Serra –escultor estadounidense- se planta y moldea el espacio físico con sus esculturas para que el espectador se introduzca en un nuevo mundo hecho de acero y torsiones.
Debido al tamaño de las obras – algunas miden alrededor de 36 metros-, pocos museos están preparados para sostener el peso físico de las monumentales piezas que muestran el trabajo de Serra.
Después de las torsiones elípticas en el Guggenheim, ahora el Museum of Modern Art de Nueva (MOMA) dedica una retrospectiva a Richard Serra. Desde junio y hasta el 24 de septiembre se mantendrá abierta la exposición Escultura de Richard Serra: 40 años, en la cual el artista se rindió a la visión de la pinacoteca por crear "un espacio que motivará y potenciará a generaciones venideras".
Es en ese espacio donde -tras un proceso de instalación que el director del museo, Glenn Lowry, definió como "casi un ejercicio militar"- los visitantes pueden experimentar tres nuevas obras: Band, Torqued Torus Inversion y la espectacular, improbable, cautivadora y casi infinita Sequence, junto con otras 24 repartidas entre el jardín y la sexta planta del MOMA, que conforman la exposición.
La muestra, un empeño conjunto del MOMA y del DIA Center for the Arts, permite al espectador encontrarse con el trabajo de un artista que desafía a conceptos como la masa y la forma, y que es capaz de transmitir con el acero la más intensa sensación de suavidad y flexibilidad. Serra encuentra inspiración más allá de la arquitectura y de la naturaleza; en sus esculturas se ve como él convierte a las obras no en objeto sino en espacio, haciendo muy apropiada su llamada a pensar en y con los pies.
"Son espacios que cada uno siente de forma diferente", explicó Serra en la conferencia de prensa de apertura. "He hablado con un cineasta a quien una de las obras le recordaba a rollos de cine, y con un músico para quien era un instrumento. Y eso es justamente lo que quiero: que cada uno traiga su propio equipaje y recorra con él las obras".
La mayoría de las obras fueron creadas por el artista para que cada espectador transite por ellas y vea el cambio de perspectivas y cómo “los espacios pueden recrearse simplemente con la mirada humana y el trabajo de los cóncavos y convexos”. Muchas de las obras se encuentran ubicadas en los jardines del MOMA, una manera habitual de Serra de presentar sus obras.
Por su parte, las piezas instaladas en la sexta planta son una mirada a los primeros trabajos de los años ‘60, ‘70 y principios de los ‘80, en las que Serra innovó con materiales como la goma, el neón y el plomo. Pero no es una mirada nostálgica: Lynne Cooke, una de las curadoras, lo reafirmó. "Retrospectiva suena a repaso, a culminación, pero esta nos pide que miremos hacia adelante".
The New Yorker –diario neoyorquino- le dedica a Serra y a la exposición del MoMa el artículo titulado Industrial Strength, en el que dice: “(Serra) trabaja siguiendo la escala física de la arquitectura y la escala intelectual de la historia del arte como una misma unidad”. Por su parte, Slate publicó un artículo con un slide-show sobre “los espacios vertiginosos de Richard Serra”.

Un escultor destacado
Como artista emergente a comienzos de la década de los ‘60, Serra contribuyó a cambiar la naturaleza de la producción artística. Junto con los minimalistas de su generación, recurrió a materiales industriales y poco convencionales en sus obras y comenzó a dar importancia a sus propiedades físicas. Libre de su papel simbólico, de la tradicional base o pedestal y una vez inmersa en el espacio real del espectador, la escultura entabla una nueva relación con el observador, cuya experiencia fenomenológica de un objeto se convierte en esencial para comprender su significado. Se anima al espectador a moverse alrededor, a veces encima, dentro y a través de las esculturas, para hallar sus múltiples perspectivas. Este se ve claramente en la muestra que sigue abierta en el MOMA.
En las dos últimas décadas, Serra se ha centrado en obras de gran escala y de ubicación específica, que generan un diálogo con su entorno arquitectónico, urbano o paisajístico concreto y, al hacerlo, redefinen dicho espacio y la percepción del espectador. Por eso, no es casualidad que el material que más haya trabajado sea el acero, al que frecuentemente se asocia a la arquitectura y la ingeniería. Al introducir el acero como medio, la escala de sus obras ha aumentado drásticamente. Las piezas ya no pueden considerarse objetos discretos; su significado y constitución no pueden separarse de su entorno, ni experimentarse sin rodearlas.     
Este interés por la experiencia de una percepción que depende del movimiento a través del espacio y del tiempo, en palabras del propio Serra “del recuerdo y la anticipación”, tiene su origen en una visita de seis semanas que Serra realizó a Japón en 1970, donde conoció los jardines zen de Kyoto. En un jardín zen no hay una visión fija. La influencia de este viaje se manifestó en muchas de las obras siguientes, incluidas las que se presentan en esta instalación, cuya visión exterior no anticipa su forma. Y esto se ve en todas sus obras.
Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

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