A LOS 81 AÑOS, MIENTRAS EL IMPERIO DE LA FIAT SE DEBATE EN AGUDOS PROBLEMAS FINANCIEROS
Muere un ícono de los negocios del siglo XX: Giovanni Agnelli
Fue el hombre que lideró el renacimiento industrial italiano de posguerra. Su figura carismática despertó admiración en todo el mundo, aunque muchas de sus decisiones empresarias le acarrearon críticas dentro y fuera de su país. Sus tres pasiones fueron el esquí, el fútbol (era dueño de la Juventus, el más exitoso club de fútbol de la península) y, obviamente, los autos, incluyendo entre éstos no
Agnelli había nacido en Turín el 12 de marzo de 1921. Silvio Berlusconi, el papa Juan Pablo II y el presidente de Italia, Carlos Azeglio Ciampi, lamentaron públicamente su muerte.
“Fue el campeón de la vida empresaria italiana”, dijo el primer ministro Silvio Berlusconi al enterarse de la noticia. “Actuó con generosa iniciativa para el bien del país y su desarrollo social y económico”, se emocionó el propio Papa Juan Pablo II. “Durante más de medio siglo, fue uno de los líderes de la historia del país”, reflexionó el presidente Carlos Azeglio Ciampi. Todos hablaban del mismo hombre: Giovanni Agnelli, el brillante “barón de los negocios” que, al frente del imperio Fiat, fue el símbolo del salto de Italia a la prosperidad luego de la segunda guerra mundial, y que murió ayer a los 81 años, en Turín.
Con una fortuna que se estima en más de dos mil millones de dólares, se convirtió en lo que Henry Kissinger definió alguna vez como “el establishment permanente de Italia”. Los trabajadores de su firma tenían un eslogan: “Agnelli es Fiat, Fiat es Turín, y Turín es Italia”
Enfermo en los últimos años de cáncer de próstata, Agnelli usó durante toda su vida su carisma y sus agallas para expandir a la empresa automotriz que había fundado su abuelo en 1899 con el nombre de Fabbrica Italiana Automobili Torino –de donde deriva la sigla FIAT– hasta convertirla en un conglomerado que hoy abarca intereses que van desde el acero a los productos químicos y los periódicos de tirada nacional.
En este último rubro, el fallecido empresario era propietario de los diarios La Stampa, de Turín, y el Corriere della Sera(el más leído del país), a través del grupo editorial Rizzoli.
Los autos, el gran problema
Pero la rama de los autos, que fue la base de todo el imperio Agnelli, fue la más problemática en los últimos tiempos. El año pasado, sin ir más lejos, perdió mil millones de dólares, mientras las acciones se derrumbaban un 80 por ciento de su valor con respecto al que tenían en 1998.
El dato más impactante es que la muerte de Giovanni Agnelli se produjo el mismo día en que la familia iba a sostener una reunión clave para el futuro del holding. En ese cónclave de más de 70 personas –que igualmente se llevó a cabo en la tarde de ayer– se debía resolver un tema crucial: si los Agnelli iban a continuar en el negocio de los autos, y en qué nivel lo harían, en todo caso.
Hay un detalle central: la General Motors Corp. posee 20 por ciento de Fiat Auto, y la empresa italiana tiene una opción para forzar a GM a adquirir el otro 80 por ciento a partir de 2004. Algunos inversores señalaban a Giovanni Agnelli como un decidido opositor a esa venta.
Su hermano menor, Umberto, aparecía ayer como el sucesor más probable de Giovanni al frente del holding. Pero la reunión familiar fue hermética, y no había información alguna de lo resuelto al cierre de esta nota. También se hablaba de John Phillip, uno de sus nietos, como posible sucesor.
Umberto, a la inversa de Giovanni, estaría a favor de terminar el vínculo de Fiat con la industria automotriz. Una decisión difícil de tomar, pero que muchos consideran como inevitable.
Un ícono empresario
En Italia nadie olvida que cuando el país se reconstruía penosamente tras la derrota en la segunda guerra mundial, el empresario ayer fallecido era ya un verdadero ícono. Poseía palacios y mansiones en los Alpes y en la Riviera italiana, y se codeaba con la aristocracia mundial y con figuras internacionales de todas las nacionalidades.
Fundador de la célebre marca Ferrari, dueño del club Juventus –muchas veces campeón de la liga italiana de fútbol–, Agnelli repartía sus pasiones en tres direcciones: el esquí, el fútbol y la Fórmula 1. Su imagen aparecía tanto en las revistas económicas como en las de actualidad.
Había nacido en Turín, el 12 de marzo de 1921. La gente lo llamaba Gianni, para distinguirlo de su famoso abuelo Giovanni. Cuando tenía 14 años, su padre murió al caer un avión, y diez años después falleció su madre en un accidente automovilístico. Gianni participó en la guerra en los dos bandos: como oficial en el frente ruso y –tras el armisticio firmado por Italia con los aliados– en un contingente que comandaba un general norteamericano.
El propio Giovanni tuvo un accidente automovilístico: fue en 1952, tras asistir a una fiesta en Cannes. Ese percance le hizo disminuir un poco su ritmo de vida, pero no le impidió seguir acaparando la atención de los medios de prensa y la opinión pública italiana. Llegó al puesto de chairman y ceo de Fiat en 1966, y recién dejó el control diario de la compañía en 1980, para dedicarse a los planes a largo plazo.
Una audacia de Agnelli fue la apertura de la planta Togliatti en la ex Unión Soviética, que se convirtió en la piedra basal de la industria automotriz de ese país. Para seguir adelante con el proyecto debió soportar una intensa presión desde dentro y fuera de Italia. La fábrica se inauguró en 1970, y, con el tiempo, el exitoso empresario dijo: “No hicimos dinero con ese negocio en la URSS, pero hubo muchos otros beneficios. Además de ganar prestigio mundial para la Fiat por haber completado un proyecto de 800 millones, lo que más me gustó fue que una gran mayoría de los autos que circulan por Rusia son de nuestra marca”.
En otra movida muy comentada, Agnelli vendió en 1976 10 por ciento de la Fiat al gobierno libio. Su argumento para defender la operación fue que había obtenido dinero para la compañía, que había sufrido algunos reveses en los años anteriores. “La única oferta de inversión para Fiat vino de Libia –se defendió–. Y en mi opinión, que los petrodólares se reciclen desde los países productores a la inversión en Europa es algo útil. Sobre todo, es mucho mejor esto a que Libia utilice su dinero para otros propósitos”. Al firmarse el contrato, Agnelli se reunió en Moscú con el coronel Khadaffi, lo que le atrajo nuevas críticas del mundo occidental.
Los primeros problemas importantes para la Fiat asomaron en la década del 90, cuando el gobierno italiano dejó de apoyar a la compañía y se incrementó la competencia del exterior. En el año 2000, finalmente, se firmó el acuerdo con la General Motors. Su oposición a la venta total de la empresa empezó a reflejarse de manera sombría en la Bolsa: cada vez que su salud declinaba, las acciones recuperaban parte de su valor. El día de su muerte, tras repetir el molde de la suba, terminaron bajando algo más de medio punto, hasta cotizarse a 8,11 euros.
Giovanni Agnelli murió en su casa, en Turín, junto a su esposa y su hija Margherita, además de otros parientes.