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NUEVOS ARTISTAS

El universo de Mark Ryden

Es uno de los pintores más prominentes de la nueva escena pop mundial. Su arte, a medio camino entre lo ingenuo y lo macabro, ha cautivado a popes de Hollywood. Con él, un arte bastardo se abre paso en las galerías vanguardistas.

El universo de Mark Ryden
El mundo de Ryden mezcla religión, fantasía, antigüedad, una modernidad a prueba del tiempo, el pasado y sueños surrealistas.
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Robert De Niro, Leonardo Di Caprio, Ringo Starr, Björk, Bridget Fonda y Christina Ricci son sólo algunos de los popes de Hollywood que adoran a Mark Ryden y sus dibujos (www.markryden.com). Prolífico dibujante de tapas de discos y revistas, proveniente del “lowbrow art” (arte del tatuaje y el comic), Ryden pasó rápidamente a jugar en las ligas mayores y se convirtió en un artista de culto en el circuito de galerías de Los Ángeles y Nueva York.
Ryden es dueño de una imaginería personal. Rescata el universo paralelo que Lewis Carrol creó en Alicia en el país de las Maravillas, donde todo parece posible. Y sus pinturas -al óleo sobre tela- son una obsesiva amalgama de cultura kitsch, surrealismo, misticismo oriental, cuotas iguales de perversidad e inocencia y recurrentes clichés nostálgicos. “Nací en 1963 y viví mi infancia rodeado de la música, el arte, los comics y las películas que mis hermanos consumían entonces”, declaró a la revista Nash. Según cuenta la biografía de su sitio web oficial, uno de sus cinco hermanos, KRK (
www.krkland.com), también artista, lo inició en el “arte adulto” a los ocho años, cuando dibujaba perros con los intestinos afuera.

Entre sus clientes, muchos de los cuales pagan más de 100 mil dólares por pinturas que nunca superan el metro cuadrado y hasta 20 mil por unas miniaturas de diez centímetros, también se cuenta a Chris Carter, el creador de la serie televisiva de culto Los expedientes X, y a Jane Fonda, la actriz que interpretó a Barbarella, una de las heroínas del pintor. Cada una de sus obras es una caja de Pandora de la que brota un sinnúmero de criaturas y objetos que Ryden colecciona en su casa-estudio en Castle Green, una mansión victoriana de 1899 ubicada en Sierra Madre, California.
Sus obras tienen algunos rasgos recurrentes que permiten fácilmente identificarlas:
una mezcla aparentemente sin sentido de juguetes, instrumental médico, insectos y libros antiguos; niños de ojos grandes, de actitud inquietante y serena a la vez. Su repertorio de imágenes incluye símbolos del cristianismo ortodoxo y personajes como Abraham Lincoln y Jesús; influencias de la Cábala; la práctica medieval de la alquimia; ideogramas japoneses y frases en ruso y latín. “Me interesa como la gente interpreta estas cosas. Si explicara a qué se debe la presencia de cada una, el arte perdería su misterio”, le dijo Ryden a la revista especializada Budding Artists.
A primera vista, las pinturas de Mark Ryden parecen ser ilustraciones pertenecientes a un libro de cuentos infantiles, dulces y caricaturescas. Pero una inspección más detallada causará invariablemente una sensación macabra e inquietante, protagonizada por extraños bichos y ojos tristes.

 

 

El nacimiento del arte “bajo”
En los años ‘70, un grupo de pintores y escultores californianos comenzó a llamarse a sí mismo “low-brow”, es decir, artistas menores. Sus influencias variaban de la publicidad hasta los dibujitos animados, la cultura del circo y el tatuaje, el graffitti, el kitsch, el manga, el arte religioso, el punk rock, la psicodelia, el comic.
Al principio, las grandes galerías los ignoraron; pero en los últimos años, varios artistas low-brow (o cultores del “surrealismo pop”) están mostrando sus trabajos en galerías del circuito oficial de la alta cultura, lejos ya de una confrontación con el mundo del arte galerista. Sin embargo, sus imágenes siguen ilustrando remeras de diseñadores under, fanzines o blogs de jovencitas góticas.

Fue toda una revolución cultural en los ‘70 cuando Basquiat y Harring, dos graffitteros estadounidenses, saltaron del muro callejero a la inmaculada pared de la galería de arte. La vanguardia institucional había reconocido, por fin, el valor indiscutible de aquellos artistas que desplegaban su talento clandestinamente por los muros de la ciudad. Otra revolución había ocurrido tiempo atrás, al explotar la imaginería delirante del comic underground por sobre el establecido. Un increíble mundo de héroes y antihéroes con fuerte presencia pornográfica se imponía en la moralista sociedad estadounidense, entregando una imaginería fantástica y oscura. Pero aquel estilo debería esperar para recibir la venia de los mercaderes del arte. Quizás eso mismo hizo que en la costa oeste de los Estados Unidos la escena más bastarda se consolidara al margen de lo establecido, con una fuerte presencia de ilustradores y caricaturistas, muchos de ellos influidos por el manga japonés, el graffitti y la cultura popular de los medios de masas.
El reconocimiento de esta escena hace algún tiempo se viene fraguando en el cine, que además de ampliar el espectro de la animación, ha contribuido con claros ejemplos como Sin City, un homenaje literal al comic homónimo, donde la carne y el hueso están al servicio de una historieta rotunda; y la próxima película protagonizada por Natalie Portman, V de vendetta, hace lo mismo con la historia de Alan Moore y David Loyd.
Galerías de arte como La Luz de Jesús (www.laluzdejesus.com), editoriales y todo un circuito avalado por el éxito de la revista de culto Juxtapoz (www.juxtapoz.com), han conformado una tendencia artística conocida como el lowbrow art, que sería algo así como un arte sin pretensiones intelectuales. Sin ir más lejos, Juxtapoz es la segunda revista de arte más vendida en los Estados Unidos. El máximo exponente de esta tendencia es Mark Ryden. Un artista único e inusual, que se ha convertido en un referente a la hora de hablar del lowbrow art o de surrealimo pop, como otros comienzan a entender el universo Ryden.
Hoy en día, los cuadros de Mark Ryden alcanzan ya los seiscientos mil dólares. De pequeños y grandes formatos, Ryden muestra en ellos su prolijo manejo del óleo sobre tela o del lápiz sobre el papel, con dibujos que mezclan inocencia y perversión al mismo tiempo. Sobre la inspiración para tan curiosas creaciones, Ryden afirma que intenta alimentar el espíritu con las más diversas fuentes, como por ejemplo, “fotografías de insectos, cuadros del Bosco y Goya, libros acerca de los creadores de circos antiguos, películas de Harryhausen (director de efectos especiales de King Kong), fotos antiguas de gente extraña, libros infantiles de ciencia y del espacio, ilustraciones médicas, música de Frank Sinatra y Debussy, revistas, tv, Jung y Freud, Ren & Stimpy, Joseph Campbell y Nostradamus, Ken y Barbie, la alquimia, la masonería, el budismo. Por la noche, tengo la cabeza tan llena de ideas que no puedo dormir. Las mezclo todas y creo mi doctrina personal sobre la vida y el universo. Para mí, algunas cosas parecen juntarse y hay ciertos paralelos y claves por todos lados. Tiene que haber algo de Alicia en el país de las Maravillas que encaje con Charles Darwin… Creo que el mundo esta lleno de cosas increíbles y maravillosas. Esto es lo que yo pongo en mis pinturas”.
Las creaciones del pintor estadounidense inquietan. Al aparecer, por ejemplo, una niña de rodillas rezando ante una aparición de Barbie, cuadros súper oníricos e infantiles donde los protagonistas son rostros reconocidos como los de Leonardo Di Caprio, Cristina Ricci o Björk, conocidos admiradores de Ryden, o chicas que tienen de mascota a Benjamin Franklin. Además, está la carne presente en casi todas sus pinturas. Bifes crudos que sirven de pedestal para conejos, o de apoyo en general. Para el artista, “la vida es una gran ilusión. Somos criaturas de energía pura, y la carne es lo que nos mantiene enteros”.
La colección más tétrica y angustiante de Ryden -y la que, de paso, le ganó un sitial de honor en el mundo de los góticos- fue Blood: pinturas en miniatura sobre desolación y miedo, una serie de pequeños retratos de niñas que lloraban sangre, guaguas hambrientas ante un plato de sangre y un largo y tremendo etcétera. Aquella colección fue quizás la más íntima de Ryden. La hizo el año en que su esposa le pidió el divorcio y tuvo que dejar de vivir con sus hijos. “Es brutal que tus sueños se destruyan y que las esperanzas de tu vida y tu familia se hagan a un lado. Eso causa un dolor muy profundo. Me pareció muy curioso que no hubiese sangre en mi trauma, me parecía que con tanto dolor debería estar bañado en sangre. Quería ser capaz de ver mis heridas, pero no estaban en la superficie de mi carne”, dijo el pintor sobre esa colección y sobre ese momento de su vida. El día de la inauguración de la exhibición fue justo el día de su aniversario de matrimonio.
Su última exposición, The wondertoonel (2004- 2005), fue la primera retrospectiva de su trabajo desde que comenzó a exponer individualmente, hace un poco más de una década. Actualmente, se encuentra trabajando en su próxima exhibición, que se espera tenga lugar este año.


Birografía de Ryden

El artista californinano estudió en la Escuela de Arte y Diseño de Pasadena, California (www.artcenter.edu). A mediados de los años ’80, comenzó a llamar la atención de los jóvenes seguidores de revistas como Juxtapoz (www.juxtapoz.com), la legendaria Rolling Stone (www.rollingstone.com) y de los discos de sellos independientes, como Sympathy (www.sympathyrecords.com), donde aparecían sus ilustraciones. Después, hizo la portada de la novela Desperation, de Stephen King; afiches de películas de Tim Burton y el arte de tapa de discos de Red Hot Chilli Peppers y del famoso Dangerous, de Michael Jackson. Incursionó en el arte “oficial” durante los ‘90 y alcanzó entonces mayor celebridad.
En sus más explícitas referencias a la cultura pop estadounidense, retrató desde a los angelicales DiCaprio y Christina Ricci (la Merlina de Los locos Adams, de Barry Sonnenfeld); míticas estrellas de rock como Jimi Hendrix y Nirvana; hasta la muñeca Barbie y los Tele-Tubbies. De no dedicarse al arte, Ryden asegura que hubiera elegido la matemática: “Amo los números”, dijo. No tiene tiempo para mirar televisión. En cambio, lee al Dalai Lama y al físico Stephen Hawking, mientras continua buscando objetos para su inspiración.
A los 41 años, Ryden elige el misterio para expresar su pasión. Mientras prepara la muestra retrospectiva de su obra para noviembre en el Frye Museum (www.fryeart.org) de Seattle, Estados Unidos, sigue fascinando con una fórmula secreta y bien guardada, cuyos detalles, dice, estarán preservados “bajo el cono del silencio”. Con la misma ironía que plasma en sus pinturas, varias veces declaró que no es autor de su obra: “Tengo que admitir que realmente no soy yo quien pinta estos cuadros; Magic Monkey (el Mono Mágico) lo hace. Viene a mi estudio tarde por las noches, cuando todo está en calma”, escribió en el catálogo de The meat show (El show de la carne), en 1998.

Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

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