Tiene un nombre de pila que se escribe igual que el de un poeta -Dylan Thomas- y el apellido de un rockero -Bob Dylan-. Tiene un apellido más inglés que el five o'clock tea -Williams-, aunque en su manera de hablar español no se le note el más mínimo acento, y aunque asegure desconocer cualquier forma de slang estadounidense. Tiene además 50 años de edad, 48 de los cuales los pasó en Latinoamérica -hizo la escuela primaria en Venezuela y el resto de su formación, incluyendo la carrera inconclusa de Ciencias de la Educación, tuvo lugar en Buenos Aires. Tiene en su currículum dieciocho años en la agencia Bates -nueve en la Argentina, y siete como director regional- y tres años y medio en McCann Erickson Argentina, a la cual rebautizó “Macán”, oficializando el nombre con que era conocida en el ambiente.
Y, desde mediados del año pasado, Dylan Williams tiene una agencia de publicidad en sociedad con Martín Mercado, que forma parte de Red Cell. A su vez, WM Red Cell tiene una cartera de clientes que de suyo podría considerarse nutrida, pero que lo es más debido a la juventud del emprendimiento. De todo esto hablpo Dylan Williams habló con adlatina.com.
adlatina.com: -¿Cómo fue el 2004 para su agencia?
Dylan Williams: -Por empezar, fue medio año: 2004 fue la mitad de nuestro primer año de vida. El balance fue de cambio absoluto, y tremendamente positivo: tuvimos una respuesta enorme por parte de los clientes. Hace poco lanzamos la campaña para Quatro, de Coca Cola; obtuvimos la cuenta de Lucchetti, la línea de pastas de Molinos; ahora acabamos de ganar la cuenta de Blockbuster por concurso. Éramos cuatro o cinco agencias y quedamos en la final con Graffiti. Y el miércoles pasado salimos al aire con nuestro primer comercial de la campaña de Nextel.
-¿Qué perspectivas tiene para esta segunda mitad del primer año de WM Red Cell?
DW: -Consolidar la propuesta. Salimos con una propuesta para trabajar en el tema estratégico creativo, la respuesta de los clientes fue muy positiva y lo que nos queda por delante es poner manos a la obra: salir al aire con el comercial y dejar que el consumidor sea el juez.
-¿Participaron en festivales?
DW: -Todavía no, porque el material recién está saliendo del horno. Si hay piezas que nos parezcan buenas para mandar, lo haremos; pero no vamos a participar por participar, sino que realmente tienen que gustarnos, y que el cliente acompañe. La campaña de Quatro, por ejemplo, ya estaría para empezar a competir.
-¿Qué aportan los premios?
DW: -Creo que negar su importancia es una boludez. Los festivales existen, están; lo importante es mandar comerciales en los que uno realmente cree y, sobre todo, no hacer piezas “para festival”. Que sean comerciales que, además de estar buenos, realmente conformen al cliente, para cerrar el círculo de “vida” de esa pieza. Porque si un comercial sale al aire y no pasa nada, pero gana premios en festivales, igual es inútil.
-Siempre preguntamos si hay lugar en el país para agencias independientes. La suya es una prueba de que evidentemente lo hay. Pero ¿cuál es la clave?
DW: -Tiene que ver con volver a la esencia del negocio, que es la creatividad manejada por sus dueños. Es la propuesta que estamos haciendo. Con los clientes nos manejamos nosotros, no somos como las grandes agencias donde el anunciante tiene que ver quién le toca en suerte. Cuando hacés un llamado telefónico, te contesta una máquina y no lográs hablar con nadie, colgás sin saber qué pasó: el tema es que eso no les pase a nuestros clientes. El hecho de que tengamos los clientes que tenemos demuestra que en el mercado hay lugar, aunque a otros emprendimientos independientes les haya costado o les esté costando más. Cada uno tiene su tiempo, y yo creo que espacio hay. Lo bueno de este negocio es que, como laburamos con creatividad, productos y personas, el material está “vivo”, así que siempre se puede crear. Está en nosotros generar algo nuevo y que ocurra.
-¿Cuál es su percepción sobre la evolución de lo latino en el mercado publicitario?
DW: -Creo que la comunidad hispanoparlante está creciendo, entonces el protagonismo que empieza a tomar es cada vez mayor. En los Estados Unidos eso se ve muy fuertemente. A medida que las marcas van profesionalizándose y globalizándose, también comienzan a hablar en español, ya no pueden no estar en los mercados latinos o hispanoparlantes. La búsqueda de los clientes es por ver quién les hace la comunicación en español para sus productos. En nuestro caso, todos nuestros clientes son argentinos; pero hacemos algunos trabajos para afuera para Coca Cola, a nivel regional; y eso nos da la oportunidad de trabajar la parte hispana de Red Cell, de consolidarla. Porque Red Cell no existía en Latinoamérica. Existe a partir de nosotros, pero porque ellos necesitaban llegar a la región. Nosotros llenamos ese lugar en función de una ideología y una necesidad de ellos de estar en Latinoamérica.
-Ya que hablamos de diferencia idiomáticas, ¿cómo se dice correctamente su nombre?
DW: -Como quieran. A mí me da igual.
adlatina: -Pero no es una cuestión menor. Borges decía que en las letras de “rosa” está la rosa. Y ustedes, con Martín Mercado, le cambiaron el nombre a Macán...
DW: -¿Para usted cómo es: Dílan o Dáilan?
adlatina.com: -Dílan, como Bob.
DW: -Yo me digo Dáilan, pero puede pronunciarse de las dos formas. Cuando voy a Londres, para ellos es Dílan, absolutamente. Pero mi nombre, como me lo enseñó mi mamá, es Dáilan. Y cuando voy a los Estados Unidos, me lo dicen así: Dáilan.