Beto Nahmad tiene dos pasiones: River Plate y la publicidad. Es inquieto en el día a día y busca el enriquecimiento continuamente, si no lo palpa se aburre y apunta las armas a otro blanco.

Sus primeros pasos en la publicidad los dio en la ORT –una escuela técnica de Buenos Aires-, donde había materias de publicidad, cine y radio: “Desde un principio tuve claro que quería dedicarme a esto, desde chico me gustaron los medios y de a poco me fui metiendo. Recuerdo que en aquella época mi mamá tenía una empresa de promociones y trabajaba para Verdino y otras agencias, entonces yo iba y la acompañaba –recuerda-. Tendría 16 años cuando veía a los creativos y decía: ‘Wow… Yo quiero trabajar en esto’. Lo tuve claro desde el principio. Por suerte encontré rápido mi profesión que es lo único que sé hacer bien y es un privilegio”, cuenta.

Cuando terminó la secundaria, Nahmad comenzó sus estudios en la UCES, pero tanta teoría y poca práctica lo hicieron darse cuenta de que no era lo que buscaba. Fue entonces cuando pasó a La Escuelita de Creativos: “Ahí aprendí muchísimo de profesores como Pablo Stricker y Pablo Colonesse, que luego fueron jefes míos. Recuerdo que admiraba muchísimo a Sebastián Wilhelm. Ellos fueron los culpables de mi amor por la profesión. Unos meses antes de terminar en La Escuelita, en 2001, entré en Agulla & Baccetti y al poco tiempo llegó la crisis a la Argentina”..

Rumbo a la Madre Patria

Durante la crisis que en 2001 sacudió a la economía argentina, en el mercado publicitario había pocas contrataciones y sueldos bajos: “Yo trabajaba en Chievers, una agencia muy chica. Justo en ese momento me llamó mi padre, que estaba trabajando en Marbella, y me dijo que vaya. Mi experiencia en España arrancó allí. Llegué y lo primero que hice fue tomarme vacaciones de todo el estrés argentino que traía. Cuando comencé a preguntarme qué iba a hacer de publicidad en Marbella, vi una búsqueda laboral de un creativo en Málaga, de una agencia que se llamaba Tamata. En ese momento mi carpeta era interesante, pero eran todos trabajos que no estaban publicados, porque era lo que había hecho durante mi cursada en La Escuelita. Era grande, porque yo era muy obsesivo y sacaba una gráfica cada doce horas. En esa agencia me ficharon enseguida. Era una agencia local que hacía cosas para negocios de la zona, pero me cansé enseguida”, evoca.

Luego de Marbella, llegó el turno de viajar a Barcelona: “Ahí comencé a averiguar cosas por medio del CdeC. Había una oferta que era un ‘Tour Creativo’: ibas con diez creativos, de agencia en agencia haciendo trabajos y sobre esos trabajos te daban un puntaje. Sumando esos puntos terminabas en un puesto y en ese orden, cada uno, podía elegir la agencia donde quería trabajar. Yo salí segundo y elegí ir a Publicis. Ahí aprendí muchísimo, no solo de publicidad, sino también de la cultura española. Es complicado, pero tampoco es tan diferente a la argentina. Sentimos lo mismo en cuanto a la familia, los amigos, el estilo de vida, la calle. Es diferente, pero no tanto como sí lo es en otro país anglosajón”, explica Nahmad.

En Publicis estuvo tres años y luego pasó a DDB Tandem, donde trabajó para diferentes marcas, aunque no por mucho tiempo: “No terminé de entender la filosofía de la empresa, era muy diferente a lo que venía mamando en Publicis y DDB es una agencia muy grande. En ese entonces mi búsqueda era aprender, en realidad siempre busco eso. No fue fácil encontrar mi lugar. Fue todo un aprendizaje profesional y personal. Comencé a valorar mucho eso que no tenía: estar en mi país, con mi familia, amigos, con mi gente. Ese apoyo que no se consigue en todos lados”.

Luego de su paso por DDB, Beto Nahmad recaló en Delvico Bates, donde trbajó durante un año junto a Pedro Soler, que en ese entonces era el dgc de la agencia. En ese momento, Delvico se fusionó con JWT España y pasó a ocupar el cargo de copy senior. En esa fusión, Soler fue contratado por Draftfcb, que estaba renovando su estructura BTL: “Al poco tiempo Draftfcb ganó la cuenta de Kraft y la filial de Barcelona decidió armar un equipo porque la marca estaba ahí. Me llamó Pedro y me ofreció ser director creativo en la filial catalana. Empecé de a poco, mi idea fue aportar mi valor como creativo especializado en televisión, en un lugar como Draftfcb que era todo experiencial, digital. Ahí aprendí muchas cosas que yo no sabía. Me empecé a meter en todo lo que es Promo y Direct, todo lo que ahora está de moda en Cannes y que, en su momento, estaba mal visto. Cuando miré para atrás me di cuenta todo lo que había aprendido. Tuvimos cuatro años muy buenos en Draftfcb Barcelona, donde logramos conjugar el ATL, con el BTL. Ganamos cuentas, premios y ahí me ofrecieron la dirección general creativa de Draftfcb Madrid, manejar las dos oficinas y el equipo de innovación que monté en Madrid. Paralelamente hice un Master digital en Hyper Island, en Suecia y eso me abrió mucho la cabeza, me enseñó a pensar de otra manera”, asegura.

El comienzo de VCCP

“En el momento en que me ofrecen fundar VCCP en España sentí mucho miedo, me asusté. Pero pensé que era una linda oportunidad, en el medio de una crisis. Saltar al vacío, con una agencia nueva, sin clientes… Fue fuerte. Ahí conocí a Javier Suso, mi socio, que era director general de Shackleton. Nos llevamos muy bien, es un tipo que manejó todas las áreas de comunicación en agencias. Me arriesgué porque me gusta aprender. Funcione o no. Yo estaba convencido de que lo tenía que hacer, porque si salía mal, seguramente iba a aprender cosas y si eso ocurría, valía la pena. Para algo me iba a servir”, explica el argentino.

Los primeros días de la agencia tuvieron lugar en El Matadero, que es un espacio en Madrid que los cobijó mientras no tenían oficinas: “Empezamos a llamar clientes con los que habíamos trabajado. De a poco fuimos empujando, VCCP Inglaterra nos abrió la puerta para comenzar a trabajar con Telefónica España con la que hicimos varios proyectos; hace unos pocos meses ganamos la cuenta del Corte Inglés Seguros, que es el centro comercial más grande de España”.

-Tuvieron premios en El Sol y también en Cannes. ¿Qué significado tiene para ustedes esto?

- A nivel festivales fue espectacular. El primer semáforo que tuvimos fue El Sol, donde tuvimos una aparición bastante buena para una agencia que era totalmente desconocida. Hemos creado una marca, VCCP España existe. Eso nos lo dio el reconocimiento que hemos obtenido en los festivales. Ganar un león está bueno porque es un premio al sacrificio y nos ha puesto en el mapa.

-¿Qué consecuencias concretas han tenido tras estos premios?

-Nos llamaron varios clientes, los festivales no son solo un tema de ego creativo.

En la agencia somos 18 personas, tenemos un tamaño normal para el mercado. Estamos creciendo, de a poco, queremos ser cautos, pero la perspectiva es poder expandirnos. VCCP tiene oficinas en Sídney, Berlín, Eslovaquia, Praga, Madrid y Londres y somos una pequeña familia, pero muy unida.

Nuestros objetivos, teniendo en cuenta que somos una agencia nueva es seguir divirtiéndonos, porque eso trae buen trabajo y el buen trabajo clientes. Estamos en una época triste para España y nuestra idea es conseguir sonrisas.