Publicidad > Latinoamérica | COLUMNA ESPECIAL: IA EN LA PLANIFICACIÓN CREATIVA
Redacción Adlatina |
El estratega Rafa Castro, responsable de Strategist Revival, sección de Adlatina, comparte algunos de los Insights sobre el impacto de la inteligencia artificial en la industria y específicamente en el planning, recabados a lo largo de los distintos episodios del podcast.
La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en una herramienta indispensable para nosotros, los planners y estrategas creativos. En conversaciones para el podcast Strategist Revival, con colegas y líderes de mercado, he explorado el impacto de la IA en nuestro trabajo y cómo integrarla de manera efectiva en el desarrollo de campañas relevantes y eficaces. Más allá de reemplazar nuestra creatividad, la IA se percibe como una aliada que potencia nuestro trabajo, pero que también requiere un uso cuidadoso para asegurar una aproximación ética y responsable.
Uno de los beneficios más evidentes de la IA es su capacidad de análisis de datos. Normalmente, dedicamos horas a estudiar el mercado, buscando tendencias y tratando de entender el comportamiento del consumidor. Con la IA, este proceso se acelera enormemente, permitiéndonos identificar cambios culturales y tendencias emergentes casi en tiempo real. Esto facilita no solo la personalización de las campañas, sino también la creación de estrategias basadas en insights profundos y específicos. En lugar de depender exclusivamente de intuiciones o tendencias generales, la IA nos permite fundamentar nuestras estrategias en datos concretos y adaptados a cada segmento de audiencia.
Otro aspecto importante, que muchos colegas también han destacado, es cómo la IA apoya la ideación y la creación de múltiples variaciones de contenido. En lugar de partir de una sola idea, la IA nos permite explorar rápidamente diferentes ángulos creativos, generando versiones alternativas de un mensaje. Esto representa un gran avance para quienes necesitan probar y refinar enfoques sin invertir demasiado tiempo. Para muchos de nosotros, la IA funciona casi como una asistente, capaz de automatizar tareas repetitivas, como la generación de informes y análisis básicos de datos, permitiéndonos enfocarnos en lo que realmente importa: las decisiones estratégicas y la visión creativa. Un colega comentó en Strategist Revival que “la IA organiza las posibilidades, pero la decisión final y la interpretación aún son nuestras”. Comparto plenamente esta perspectiva.
La IA también nos permite personalizar campañas en una escala antes impensable. Hoy en día, los consumidores esperan que las marcas comprendan sus preferencias y ofrezcan contenido relevante. Con la IA, podemos adaptar campañas a diferentes perfiles de audiencia, creando experiencias más interactivas y personalizadas. La tecnología permite que diseñemos anuncios segmentados para cada fase de la jornada del usuario, ya sea un aficionado al deporte, un gamer o un consumidor ávido de streaming. Este nivel de segmentación eleva la relevancia del mensaje y aumenta el impacto de las campañas.
Sin embargo, el uso de la IA no es solo beneficios. En nuestras discusiones en Strategist Revival, muchos estrategas han subrayado la necesidad de ser críticos al emplear esta tecnología para evitar que los contenidos pierdan autenticidad. La IA, aunque muy útil, tiende a crear resultados estandarizados, basados en patrones ya existentes, lo cual puede limitar la originalidad. Por ello, debemos estar siempre atentos para asegurar que cada campaña tenga una identidad auténtica y un vínculo emocional con el público. Además, existe el riesgo de que la IA perpetúe sesgos, ya que aprende de datos históricos y puede reforzar prejuicios o estereotipos. Necesitamos hacer una curaduría cuidadosa y, en ocasiones, ajustar los algoritmos para garantizar que respeten la diversidad e inclusión.
Otro desafío que discutimos es la tentación de depender demasiado de la IA. En muchos momentos, veo la IA como una herramienta valiosa para obtener insights rápidos, pero no sustituye nuestra intuición ni nuestro sentido de contexto. Mientras la IA proporciona datos y patrones, corresponde a nosotros interpretarlos y conectarlos de forma significativa con el público. La IA complementa nuestro trabajo, pero es la combinación de sus capacidades con nuestra perspectiva humana lo que marca la diferencia en una estrategia auténtica.
Finalmente, el uso de la IA plantea cuestiones éticas, como la autenticidad y la transparencia. En un momento en el que los consumidores están cada vez más atentos al uso de sus datos y a la privacidad, debemos ser honestos sobre el papel de la IA en nuestras campañas. Muchos consumidores desean saber hasta qué punto los mensajes que reciben son auténticos, y aunque la IA puede ser una aliada, debemos ser siempre transparentes sobre su uso. Como estrategas, nos corresponde asegurar que la IA sea una herramienta de apoyo y no un sustituto de la empatía y la creatividad genuina.
En resumen, la IA ofrece un potencial inmenso para la planificación estratégica, ayudándonos a desarrollar campañas más relevantes, dinámicas y efectivas. Sin embargo, para que esta tecnología tenga un impacto positivo, debemos utilizarla con responsabilidad y recordar siempre que es una herramienta, no un sustituto de nuestro trabajo. Creo que los estrategas que sepan equilibrar mejor el análisis de datos con su propia visión y sensibilidad estarán a la vanguardia, creando campañas que capturen la atención y establezcan conexiones genuinas con el público. La IA es un avance, pero nuestro papel como estrategas sigue siendo esencial para dar vida a estas nuevas posibilidades.