Publicidad > Brasil | AYER, A SUS 73 AÑOS
Redacción Adlatina |
Según trascendió, el mítico publicista brasileño murió en Río de Janeiro, luego de cerca de cinco meses internado en el Hospital Copa Star por problemas pulmonares. Fundador de la icónica W/, luego llamada WMcCann, hincha apasionado del Corinthias, fue creador de memorables campañas como Garoto Bombril y Casal Unibanco. “La competencia es conmigo mismo”, había dicho entrevistado por este medio para el ciclo Inspiradores, del cual fue el primer protagonista.
“El Hospital Copa Star lamenta el fallecimiento del paciente Washington Olivetto en la tarde de este domingo 13, y se solidariza con sus familiares y amigos por esta irreparable pérdida. También informa que no cuenta con la autorización de la familia para revelar mayores detalles”. Tal fue el comunicado del Hospital Copa Star, en Río de Janeiro, con el cual se dio a conocer el fallecimiento de uno de los mayores exponentes de la publicidad brasileña de todos los tiempos.
Fundador de la icónica W/, luego llamada WMcCann, fue creador de memorables campañas como Garoto Bombril y Casal Unibanco. Traspasó las fronteras publicitarias para convertirse en una figura popular de Brasil. Conquistó la mayoría de los premios del mercado publicitario a nivel nacional e internacional, incluyendo el primer león de oro de Brasil en Cannes.
Forma parte del Lifetime Achievement de Clio y fue el primer latinoamericano en ingresar al Hall of Fame de The One Club en Nueva York, entre otros reconocimientos.
Fue vicepresidente de marketing del Corinthians y creador de la Democracia Corintia, el mayor movimiento ideológico en la historia del fútbol brasileño. Y uno de los conductores de la Antorcha Olímpica durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
A finales de 2017 se mudó a Londres con su familia y se convirtió en consultor creativo para McCann Europe, con sede en la oficina central inglesa.
A continuación, la última entrevista realizada con este medio, como parte del ciclo Inspiradores, del cual fue el primer protagonista, dando inicio al especial:
―¿Cómo fueron sus inicios en la publicidad?
―Aprendí a leer y a escribir muy pronto. A los cinco años. Y desde niño soñaba con trabajar en algo en que la escritura fuera fundamental. Por otro lado, era hijo de un vendedor y soñaba con saber vender como mi padre. De adolescente, me di cuenta de que donde se mezclaba escribir con vender y vender con escribir era en la creación de publicidad. Ya a los 14 años decidí que quería ser publicista. De hecho, un profesional de la comunicación.
―Usted es un referente para muchos publicistas. ¿Quiénes fueron los suyos, esas personas que le enseñaron en sus comienzos?
―Estuve influido por muchos profesionales al principio de mi carrera. Desde personas a las que no tuve el privilegio de conocer, como Bill Bernbach, hasta profesionales que luego se convirtieron en mis amigos, como Ed McCabe y David Abbott. En Brasil, quienes más me influyeron en mis inicios fueron Sérgio Graciotti, mi primer director creativo; Neil Ferreira, a quien años después tuve el honor de contratar para trabajar en mi equipo; y los DPZ ―Roberto Duailibi, Francesc Petit y José Zaragoza―, quienes me enseñaron mucho durante los catorce años que trabajé allí.
―Hay muchos mitos alrededor de su persona. ¿Quién es Washington Olivetto hoy?
―Washington Olivetto continua siendo, incluso hoy, el mejor Washington Olivetto que puedo ser. Siempre fue así. Mi competencia es conmigo mismo.
―Tuvo una experiencia traumática, como es un secuestro. Incluso no fue el único publicista que sufrió algo así en esa época en Brasil. Hoy, veinte años después, ¿qué sentimientos le provoca recordar aquello?
―Fue una experiencia difícil y obviamente traumática. Pero decidí que no hablaría de ello por mucho tiempo, para no convertirme en um tema de agenda. No hablé durante veinte años. Sin embargo, traté de no cambiar mi vida por eso. Creo que superé lo que pasó. No veo ningún mérito o falta de mérito en eso. Cada persona se comporta de manera diferente en situaciones extremadamente adversas.
―Fue hacedor de un ícono brasileño como el Garoto de Bombril. ¿De qué manera surgió esa campaña? ¿Cree que fue um trabajo fundamental em su carrera? ¿Hay algún otro por el que sienta especial cariño?
―La campaña del Garoto de Bombril es muy especial porque duró 35 años, hicimos más de 400 comerciales juntos y estamos en el Libro Guinness de los Récords desde 1994. Pero además tuve la felicidad de hacer, a lo largo de mi vida profesional, muchas otras campañas famosas, como el film Hitler para Folha de São Paulo; el comercial A Semana, de Revista Época; y O Valiserè, o primeiro sutiã. Por citar algunos. Fueron muchos años de trabajo: demasiado tempo para hacer muchas cosas buenas.
―Una vez dijo que el libro de su autobiografía era una historia de éxitos, frustraciones y fracasos. Los éxitos siempre salen a la luz, pero ¿cómo aprendió a manejar las frustraciones y fracasos?
―Las frustraciones son normales en cualquier actividad y, particularmente, en publicidad, en que todo es muy inmediato, descartable y predecible. Pero nunca alimenté las frustraciones. Siempre opté por enriquecerlas y que fueran el puntapié de un próximo trabajo com perspectivas de éxito. La vida fue generosa conmigo. El número de alegrías fue bastante mayor al de tristezas.
―Con la multiplicidad de medios y pantallas, más los cambios de un consumidor mucho más atento y preocupado por el medio ambiente o por temas como la diversidad, la inclusión, etcétera, ¿es más difícil hacer publicidad hoy que hace veinte años? ¿Qué cosas nunca cambian?
―No es más difícil crear una buena comunicación hoy que hace veinte años. El escenario se hizo más amplio y, por lo tanto, las posibilidades también son mayores. Lo que no ha cambiado ni cambiará nunca es el hecho de que sin una gran idea no pasa absolutamente nada.
―Ser un emprendedor supone asumir riesgos. ¿Cuál es el límite entre ser un emprendedor que asume riesgos o estar al borde la locura?
―La aventura puede ser una locura, siempre que el aventurero esté lúcido.
―¿Qué cosas lo inspiran?
―Lo que me inspira hoy es lo que siempre me inspiró: la vida. Siempre tomé mi trabajo de la vida, lo convertí en comunicación y lo devolví a la vida. Esa fue, sin dudas, la razón de mi éxito profesional.
―¿Tiene alguna cuenta pendiente?
―Si bien no hay prácticamente nada que me haya quedado sin hacer, aún tengo muchas cosas que me gustaría hacer, pues la vida sigue.