Marketing > Estados Unidos | COLUMNA EXCLUSIVA, POR EL PANA ARECHEDERA
Redacción Adlatina |
En su segunda entrega desde Austin, el fundador de Rainbow Lobster cuenta las peripecias para poder ingresar a ver un documental, al que describe como “más que una crónica de 4Chan; un espejo que nos enfrenta a las paradojas de nuestra conexión digital”.
Después de tantas pláticas, en la noche, en Southby, me gusta, antes de hacer fila para uno de los muchos shows de stand-up comedy, ir a ver alguna buena peli.
Aunque marco en mi calendario todas las cosas que me generan FOMO, lo cierto es que siempre termino metido en otras cosas que ni me imaginaba. Con cien eventos sucediendo al mismo tiempo, prefiero lanzarme a la calle y ver qué surge en la próxima hora. Esto, inevitablemente, me lleva a hacer enormes colas, algo que disfruto solo porque me da la oportunidad de conocer gente y escuchar nuevas historias. Ayer, por ejemplo, conocí a un irlandés que decidió hacer de una religión su hobby personal.
Sí, hay gente que crea sus propias religiones. Solo por diversión.
En esa exploración medio caótica, llegamos entonces con mi sangre, el Rocha, y el Lama.
Nos dejaron esperando con unos boletitos rojos que significaban: "quién sabe si entres". Los voluntarios nos dijeron que la sala estaba llena, no había manera.
No llegamos a tiempo.
FOMO.
Salimos a la calle a pedir un Uber y, en una escena que parecía el final de una comedia romántica, el mismo voluntario sale corriendo del cine en cámara lenta, gritando que había tres lugares...
Nos enteramos de que los productores de la película habían cedido sus asientos para que esos tres carnales que se habían ido cabizbajos pudieran verla. Gracias, productores. Que quede claro, desde aquí les digo: gracias.
Porque el documental fue una maravilla.
Se apagaron las luces y, con unas cervecitas artesanales en mano, nos lanzamos a un tremendo viaje retrospectivo con el documental "The Antisocial Network", que, en manos de Giorgio Angelini y Arthur Jones (la misma dupla detrás de la gran "Feels Good Man"), se adentra en los recovecos más oscuros de 4Chan.org. Este sitio, emblemático en la cultura digital, se convirtió en un refugio para amantes del anime, memes y, sí, una abundancia de contenido pornográfico; además, captura la transformación de este nicho en una máquina de influencia, capaz de moldear la realidad y sembrar el desorden en un mundo real distorsionado de nuestra era conectada y que fue la base para la creación del grupo hacktivista Anonymous, que se convirtió en el justiciero de las causas civiles.
Lo más interesante fue ver, por primera vez, los rostros de los fundadores y escuchar cómo, con el paso del tiempo, reflexionan sobre lo que comenzó entre memes, risas y terminó en episodios como el asalto al Congreso de Estados Unidos y el FBI involucrado.
En medio de este FOMO, salí de la sala pensando sobre el doble filo de esta era hiperconectada. "The Antisocial Network" no es solo una crónica de 4Chan; es un espejo que nos enfrenta a las paradojas de nuestra conexión digital: la búsqueda de comunidad, la libertad de expresión, y cómo, en el intento de encontrar un espacio propio, podemos terminar perdidos en un caos rarísimo.
Al final, el documental te deja con más preguntas que respuestas, te deja con las preocupaciones de los protagonistas. ¿Es posible intentar "volver a meter al genio en la botella"?
En este planeta donde la tecnología va como un fórmula uno, "The Antisocial Network" termina invitando a pausar y reflexionar sobre el impacto real de nuestras creaciones digitales, no solo en la web, sino en el mundo.
Mientras iba en el Uber al stand-up, pensaba sobre el poder de la gente y la hermosa locura colectiva.
Pero sobre todo pensaba en un gin and tonic y las risas que venían.
Fueron un montón de risas, por cierto.
Un montón.