Publicidad > Global | RAÚL CARDÓS
Redacción Adlatina |
El ganador del primer león histórico de México en Cannes Lions ―en Ogilvy en 1997―, el que fundó una agencia que desde 2009 tiene nombre anónimo y el que fue elegido mejor publicista de México por los clientes en los últimos cinco años seguidos es descripto por Fernando Vega Olmos en su sexta columna de los viernes como su “hermano mexicano”.
“La altura se mide de la cabeza al cielo”, le decía el padre al chico que a los 11 años medía 1,65 y después dejó de crecer.
“Era el más alto de todos, ¿lo puedes creer? Amo el fútbol. Y hubo un tiempo, entre los 11 y los 20 años, en que jugaba bien. Podría haber sido profesional. De hecho jugué en el mediocampo de un equipo con dos que llegaron a la selección de México”.
Rul sigue jugando todos los fines de semana y levantado copas de torneos amateurs.
Rul es Raúl Cardós.
El hermano del medio. Dos hermanas y dos hermanos que ama y ve muy seguido.
Hijo de “una mujer increíble, mi madre es química farmacobióloga y tenía un laboratorio de análisis clínicos. Y mi padre fue el mejor creativo que conocí jamás: tenía su fábrica, pero soñaba con cantar; de hecho lo hizo: tenía un trío llamado Los Flamingos y llegó a cantar en el Radio City Music Hall de Nueva York”.
Rul comenzó a trabajar a los 14 años de mesero en Happy’s Pizza con el objetivo de juntar dinero para poder ser DJ en las fiestas de 15 de sus amigas.
Estudió mercadotecnia y cuando estaba en 6º año de la carrera, su mejor amigo Lalo López lo invitó a suplirlo en una pasantía en Leo Burnett.
Pasó luego a Ogilvy, donde ganó, junto a Mau Galván y Carlos Tourné, el primer león de México en Cannes, en 1997.
Luego DDB, con Enrique Gibert.
Allí hicieron las campañas más icónicas de la publicidad mexicana.
Volkswagen, Dormimundo, McDonald’s, Cuervo, Aeroméxico...
“Fuimos agencia del año seis veces seguidas. Teníamos un equipo increíble: el Pana Sebastián Arrechedera, Yosu Arangüena, Juan Claverol, Esteban Sacco, Christian Rocha...”.
En 2009 abrió su agencia.
Todos le decían que le pusiera Cardós: “Eres una marca registrada”.
Le puso anónimo, así, con minúsculas.
Anónimo ha sido international agency of the year de Ad Age, única independiente en ser agencia del año en los Effies y ha ganado todos los premios de publicidad del mundo.
“Pero ese no es mi objetivo. No hago publicidad para un jurado inglés. Hago publicidad para el poli del crucero, para el señor de los tacos o para Estelita, la chica que viene a casa a ayudar con la limpieza”.
“Me independicé para fundar una agencia mexicana que le haga honor a la enorme creatividad que se respira en este país. Para tener éxito a través de las ideas que la gente mexicana ve en la calle, esas que influyen en su cultura, esas ideas de las que la gente habla. La creatividad publicitaria mexicana debería ser mucho más mexicana y cuando suceda entonces sorprenderemos al mundo como lo hacemos con la cocina, la música, la arquitectura, la pintura, la escritura y tantas cosas más”.
En 2014 fundó junto a Alejandro Norniella la Academia Mexicana de Creatividad, “una escuela de pensamiento creativo, con cursos donde hay más clientes que publicistas”.
“Influir en la cultura en la que uno vive. Nací en Ciudad de México. La amo. Es una ciudad que te estimula y te inspira todo el tiempo. Pienso que los mexicanos somos pésimos promotores de todo lo lindo que tenemos. Yo elijo hacer lo contrario”.
Este es Rul, mi hermano mexicano, el que ha descubierto que para tener la mejor agencia del mundo hay que tener la mejor agencia del barrio.
Rul. El hijo, el hermano, el amigo, el futbolista, el restaurador de coches antiguos, el que ama sus perros y es un eterno inventor de cosas nuevas, ha sido elegido mejor publicista de México por los clientes en los últimos cinco años seguidos.
Quiero terminar con la noche de la foto de esta columna. Quedamos para cenar Alex Pallete, Rul y yo en Madrid.
“¿Puedo ir con Lalo López? Le encantaría verlos”.
“Claro que sí, Rul”.
No sabíamos que Lalo tenía cáncer y estaba internado en condición crítica en una clínica especializada de Madrid.
Se escapó con la ayuda de Rul. Pusieron almohadas y cojines debajo de las sábanas, y se fueron a la cena.
Una de las noches más increíbles que yo haya tenido jamás.
Lalo murió poco tiempo después, a los 49 años.
Y me dejó la mejor frase que escuché acerca de la vida: “Si tu vida no puede ser larga, que por lo menos sea ancha”.
Rul honra esta frase de Lalo todos los días de su vida.
INFLUENCIA (*).
Nos sobra talento. Nos falta influencia.
Fernando Vega Olmos
(*) Los interesados en proponer nombres deben escribir a fernandovegaolmos10@gmail.com incluyendo en el asunto: “Influencia”.