Marketing > Chile | COLUMNA EXCLUSIVA PARA ADLATINA
Redacción Adlatina |
Por Horacio Meléndez
Gerente de marketing de Kia Motors Chile
Es una paradoja que quedarse en casa sea tan difícil de aplicar cuando es la solución más sencilla para poder cortar el contagio de la pandemia. Lo anterior creo que a las marcas les genera una tremenda responsabilidad debido a que tenemos que llamar a nuestros clientes incluso más fieles a parar de consumir los productos y servicios que nos gusta tanto apoyar con campañas millonarias de gran producción. Algunos, los más visionarios, entienden que esta es una pausa obligada, pero una pausa; si sacamos ventajas individuales, el riesgo a que no sea una pausa, sino un cierre para siempre, se convierte cada día más en una realidad. Siempre he pensado que las empresas son como las personas: tienen personalidad, hábitos, formas de ser. Ver marcas que no se han quedado en casa es como ver a alguien violando la cuarentena: se ve extemporáneo, feo y desilusionante.
Ahora entendamos qué es para una marca quedarse en casa o no quedarse en casa. Es simplemente no entender que la contingencia llama a la flexibilidad, a la creatividad y a la priorización. Dejar de hacer lo que hago siempre y empezar a hacer diferencias. ¿Por qué pedirles a nuestros empleados que vayan a la oficina si pueden trabajar desde casa? ¿Por qué seguir pagando a noventa días cuando puedo pagar al día? ¿Por qué seguir llamando a los clientes a mis tiendas si puedo vender de manera remota? ¿Por qué no poner mi conocimiento y mis recursos a disposición de terceros si nuestra existencia está en juego? ¿Por qué seguir invirtiendo en publicidad y en trade marketing y no en acciones comunitarias que permitan disminuir el riesgo de contagio y muerte?
Si algunas marcas siguen llamando a la gente a violar la cuarentena con sus campañas extemporáneas se verán castigadas a corto o mediano plazo, al igual que los vecinos castigan al que pasea por el parque en cuarentena.
El que no entiende que hoy su objetivo individual no es más importante que el nuestro es que no entendió nada. Es que siguió pensando en su consumidor como su centro y no en la humanidad como nuestro centro.