Publicidad > Global | EL PROFESIONAL YA LLEVA 16 AÑOS EN PORTLAND
Redacción Adlatina |
Adlatina conversó con Alberto Ponte, director creativo global de Nike para Wieden+ Kennedy Portland. El argentino, que trabaja desde 2003 en la filial estadounidense, había desempeñado, antes de irse de su país, el rol de codirector general creativo en Agulla & Baccetti, agencia emblemática de los años 90 en la Argentina. Ponte fue el tercer argentino que integró la plantilla de creativos de W+K: el camino había sido abierto por José Mollá y luego había seguido Carlos Bayala, proveniente de Mother.
Ahora forma parte del éxito de la agencia de Portland, que fue consagrada mejor agencia y mejor agencia independiente del año en Cannes Lions 2019. Además, la agencia obtuvo dos grandes premios, uno en Outdoor y otro en Entertainment for Sport, categoría en la que Ponte fue jurado, por la campaña Dream Crazy, cuyoprotagonista fue el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, que generó gran polémica y fue la razón principal para que la agencia arrasara en el festival.
—¿Cómo fue su experiencia como jurado en Cannes Lions 2019?
—Espectacular. Porque fue un jurado cero político, compuesto por gente muy agnóstica. Algunas personas eran de agencia, pero también había de otras disciplinas. La experiencia fue clara, ideal, democrática y abierta de la mejor manera, porque todo se hablaba y no hubo presiones extras.
—¿Qué representaron los premios a la mejor agencia y mejor agencia independiente en Cannes Lions 2019?
—Una sorpresa. Tuvimos dos cosas inesperadas. Por un lado, no ganar el Grand Prix de Titanium, y por otro, ganar como agencia del año y agencia independiente, algo que nunca habíamos ganado. Fue inusual. Trabajar para Nike tiene sus cosas: las personas piensan que es muy fácil, que nosotros contamos algo y nada más, pero es un cliente complejo como todos. Un trabajo como el del año pasado solamente es posible cuando hay mucha confianza con un cliente, producto de una relación larga y sólida. Su comunicación es coherente con lo que ellos son y hacen: su apoyo a los atletas. Lo que estuvo bueno, y ojalá en la industria se transpire, es que estas relaciones largas finalmente son las que ganan. Sin esta relación con Nike, probablemente se hubiera parado la campaña; pero como había confianza, terminó saliendo bárbara. Los premios que recibimos en Cannes se dan gracias a relaciones extensas con los clientes, que son las que dan buenos frutos. Con respecto a no haber ganado el GP de Titanium, me hubiese gustado recibirlo para demostrarle a la industria para dónde hay que ir con este tipo de campañas. Igualmente, nos fuimos más que felices.
—¿Cómo sigue su carrera, después de trabajar para la mejor agencia y para una de las mejores marcas?
—Lo que tiene Nike es que siempre presenta algo nuevo, porque el deporte cambia todo el tiempo. El trabajo no se hace aburrido. Cuando llegué a la agencia mi idea era quedarme dos años, nada más. Si lo analizo, es como si cada tres años hubiera cambiado de trabajo, ya que tuve distintos roles: primero, redactor para Latinoamérica; luego, redactor para Norteamérica; después, director creativo para Latinoamérica; luego, director creativo para Norteamérica. Yo me hago la misma pregunta sobre qué hay después o para dónde voy, pero todavía no apareció nada que me guste más que lo que hago.
—¿Cuánto suyo hay en la campaña “Dream Crazy”?
—Es un trabajo de mucha gente y del cliente que tomó la decisión. Lo que tiene nuestro es que identificamos el tono, no le pusimos demasiada decoración, ni tampoco le sacamos. Lo mantuvimos honesto y genuino. Lo que decíamos era muy fuerte y no necesitaba más. Nuestro sello es que la ejecución fuera pertinente a la idea. Tuvimos humildad creativa para no perder autenticidad. Pudimos probar distintas cosas, gracias a la relación que teníamos con Nike. No teníamos miedo de que si nos iba mal en este proyecto después no nos dieran el siguiente: teníamos la confianza de poder probar.
—Luego de 16 años, ¿se sigue considerando un latino en los Estados Unidos?
—Sí, nunca se pierde eso. Al principio traté de acomodarme y entender cómo era la cultura del lugar al que había llegado. En un punto me costaba mostrarme, ya que cuando llegué ni siquiera hablaba inglés. Resaltaba porque era distinto. Mi argentinidad, o “lo latino” que había en mí, me costó que se notara. Era muy tímido, pero con el tiempo gané confianza y salió. Además, la agencia es muy diversa, hay gente de todo tipo y cuando cada uno trae lo suyo: se genera algo más interesante.