Publicidad > Global | SIGUEN LOS ECOS DE LOS D&AD AWARDS
Pancho Dondo |
Nacido en 1962 como un movimiento que agrupaba a diseñadores ingleses bajo el nombre de Design & Art Direction, nombre que los años y la velocidad imperante obviamente abreviaron, el D&AD lleva muchos años distribuyendo entre las agencias publicitarias —primero sólo de Inglaterra; luego, también de todo el mundo— uno de los premios más codiciados de la industria, cuyo prestigio los ubica apenas por debajo del peso y la trascendencia de un león de Cannes: los Pencils, cuya versión dorada es conocida como Yellow Pencil y que se manifiesta también, en contadísimas ocasiones, en unos pocos Black Pencils que equivalen a los Grand Prix de otros festivales.
Bajo esas premisas, el D&AD lleva mucho tiempo funcionando como uno de los grandes encuentros anuales de la publicidad inglesa, y ese formato tuvo una nueva manifestación hace apenas dos semanas, cuando las agencias neoyorquinas Saatchi & Saatchi y McCann, más la australiana Host/Havas, se llevaron los tres Black Pencils de 2018.
Fue la última vez. Porque el martes 25 de abril, el día que comenzaba el festival, el CEO Tim Lindsay subió al escenario del auditorio principal junto a David Pemsel, CEO del Guardian Media Group, y anunció un nuevo festival global que desde 2019 celebrará la creatividad como transformadora de la cultura. Se hará también en Londres y muy probablemente en abril, pero no hay mucha más información que esa: para poder entender mejor a qué se debe y cómo será el cambio, Adlatina se sentó un momento a conversar con Lindsay en un parate del festival.
—La primera pregunta tiene que ver obviamente con las razones: ¿por qué el cambio?
—Contesto en un orden que no es necesariamente prioritario. Pensamos que es una oportunidad de negocio, y lo pensamos porque Londres sigue siendo un gran centro de excelencia creativa que cruza todas las industrias creativas: por supuesto diseño y publicidad, pero también arquitectura, cine, teatro, bellas artes, música, prácticamente todas. Quizás no seamos los mejores en ninguna, pero somos muy buenos en casi todas. Esa es una razón. Por otro lado, la ciudad es tremendamente hospitalaria para albergar un evento de esta naturaleza: es una ciudad a la que es muy fácil llegar y a la que todo el mundo quiere venir. Y lo que esta ciudad no tiene es un festival de creatividad contemporánea que involucre a todas estas industrias a la vez. Tiene muchos pequeños eventos, y este es uno de ellos, justamente. Por eso pensamos que esta es la oportunidad de construir algo realmente interesante, que se convierta en una suerte de cita obligatoria dentro del calendario creativo mundial. No sólo para que trabaja en estas industrias, sino también para los interesados en general. En tercer lugar, aquí en el D&AD defendemos y estimulamos la excelencia creativa, porque creemos que el buen trabajo inspira un mejor trabajo. Y pensando en este criterio nos dimos cuenta de que compartimos gran parte de nuestra creencia con The Guardian, un grupo que defiende la libertad de expresión y la existencia de los medios independientes, a partir de su edición de lunes a sábado bajo la marca The Guardian y su diario de los domingos, The Observer. Coincidimos tanto que nos dimos cuenta de que mucha gente de nuestra industria seguramente sean lectores de ambos diarios, y quizás algo más, hasta fans. Y lo que nos puede brindar un multimedio así es escala. Porque nosotros tenemos prestigio, pero somos una organización chica, y a veces nos cuesta mucho acceder a todos los actores que hoy en día componen la industria creativa, desde grandes empresas hasta startups, pasando por gobiernos y todo tipo de instituciones: en ese rol, el papel de The Guardian será fundamental. En síntesis, creemos que estamos creando algo que Londres necesita.
—¿Y pasó por su mente la posibilidad de fusionarse con algunos de esos otros eventos de creatividad, quizás pertenecientes a otras industrias creativas, que ya existen en Londres, para facilitar la transformación del actual D&AD en ese gran evento global que planean?
—Para contestar eso debo comenzar aclarando que el perfil de nuestro evento ya nos ha venido contactando con gente de prácticamente todas las industrias creativas. Porque al D&AD siempre traemos, como conferencistas, no sólo a diseñadores y publicitarios, sino también a músicos, cineastas, fotógrafos y hasta chefs, actores o gente de industrias creativas muy variadas. A los publicitarios siempre nos interesó saber cómo otra gente, en otras disciplinas creativas, hace lo que hace. ¿Pero podremos interesar a los organizadores de alguno de esos eventos por sumarse al nuestro? Bueno, tenemos un año por delante, así que las posibilidades existen y las puertas están abiertas. La opción es más que interesante para todos, porque para cualquiera de esas industrias hacer su evento es siempre un enorme esfuerzo, y compartirlo y tener detrás el motor de The Guardian sería una ventaja para cualquiera. Pero no tenemos nada hablado con nadie, y los candidatos son montones: creo que sólo de música hay más de ochenta festivales anuales en todo Inglaterra. Es decir: sí, seguramente nos asociaremos con algunos, pero por ahora no hay más que eso, la voluntad de hacerlo.
—Con respecto a las consecuencias del anuncio: ¿el nuevo festival será solamente mejor, más abarcador y más grande, o tendrá alguna diferencia más de fondo con el actual?
—Estamos seguros de que será más grande, pero no queremos que sea tan enorme como para dificultar a los asistentes recorrerlo o disfrutarlo. Al mismo tiempo, no queremos que pierda el carácter que este festival tiene desde hace tiempo, que muy probablemente tiene que ver con su locación. Quizás hasta se vincule con el edificio mismo: The Old Truman Brewery tiene cierto encanto muy particular que aquí se percibe y se transmite. East London tiene algunas otras instalaciones como esta, que al igual que esta vieja destilaría no son especialmente sofisticadas, pero sí tienen una personalidad muy concreta.
—Un espíritu.
—Eso, un cierto tipo de espíritu, esa es la palabra. Y por otro lado queremos que siga resultando accesible como evento. La tentación es subir los precios, pero no queremos hacer eso. (Nota del redactor: en la edición 2018, el pase más caro, que incluía tres días de asistencia, costaba 659 libras, poco menos de 750 euros; por establecer una comparación, los cinco días de Cannes Lions cuestan, para la edición que se realizará dentro de un mes, 3.249 euros). Subirlos haría que los creativos jóvenes no pudieran asistir, y ese “sabor joven” que hasta hoy tiene el festival es parte de lo que queremos que conserve. Por otro lado, también será mejor, espero, porque con la ayuda de The Guardian podremos acceder a conferencistas y exhibidores de mucho nivel. Y calculo que será también más trascendente, que es algo que nuestros ganadores siempre desean. Y reconozco que hasta ahora D&AD nunca fue tan bueno como Cannes Lions para darles publicidad y trascendencia a sus ganadores.
—Tomando algo que mencionó al pasar: ¿qué define exactamente al East London y en qué se beneficia un evento creativo por desarrollarse allí?
—¡Ok, aquí tengo que contar un poco de historia! Veamos. Como ocurre con muchas grandes ciudades, donde la zona oriental suele ser la parte más pobre, la de la clase trabajadora, Londres está dividida de ese modo desde tiempo inmemorial: la gente rica vive en el Oeste y la gente pobre y las fábricas están en el Este. Así es en París, así es en Berlín, así es en Londres. Es un hecho quizás extraño, pero cierto. En Londres, el Este fue una zona muy bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial y quedó casi destruido. Y por eso es que en esta zona de Londres se ve más cantidad de edificios construidos en la segunda mitad del siglo XX, quizás de los años 50 o 60: porque están construidos en terrenos que después de la Segunda Guerra quedaron totalmente destruidos. Al mismo tiempo, es la zona de Londres donde los inmigrantes son socialmente más aceptados, y eso es algo que viene ocurriendo desde hace varios siglos, no sólo en esta última etapa. Ha sido una zona alternativamente muy francesa, muy judía, muy árabe, muy caribeña: con los años, muy cosmopolita, en una palabra. Es un ambiente que se respira por las calles. Y así como en Nueva York o en Berlín, en Londres los artistas, buscando espacios grandes y baratos para sus estudios, empezaron a instalarse en esta zona: uno de los mayores íconos, que funcionó aquí entre 1993 y 2012, fue White Cube, una galería de arte que se hizo famosa exhibiendo material de los Young British Artists como Damien Hirst y Tracey Emin. Eso llevó a mucha de esa gente a mudarse a esta zona, y detrás vinieron los clubes y los pubs y mucha infraestructura para servir a los artistas, y luego las agencias de publicidad y las productoras de cine y los estudios de diseño... ¡Y los precios subieron, claro! Pero bueno, la mudanza ya estaba planteada, y así como en otras épocas la industria creativa londinense estaba más basada en el Soho y el Covent Garden, hoy puede afirmarse sin dudas que el epicentro de la cultura creativa londinense está aquí, en el Este. Por supuesto que a eso se suma bastante moda estúpida, como hipsters y gente fashion que sólo va detrás de las tendencias, pero la creatividad ya está definitivamente instalada aquí.
—La última: ¿usted seguirá aquí el año que viene?
—(Risas) ¡Buena pregunta! Espero que sí. A mí me encanta lo que hago en el D&AD. De hecho, creo que es el trabajo que más disfruté en mi vida, mucho más que presidir las agencias de publicidad que a lo largo de mi carrera he presidido. Estoy llegando al final de mi carrera, tengo 62 años, y esto me resulta muy muy disfrutable.