Publicidad > Argentina | ESPACIO GIECI
Redacción Adlatina |
Este artículo está dedicado a todos aquellos que a través de las imágenes, la tipografía, las formas y los colores, diseñamos para los ojos.
Hoy todo se diseña para los ojos. Para atraerlos. Para interesar. Para convencer. Para hacer comprender. Para agradar. Para seducir.
Piense sólo en la publicidad, los embalajes, las portadas de los discos y los libros, las marcas, la señalética, los objetos, la moda,
Si diseñamos para los ojos no es por otra cosa que porque los humanos somos “animales visuales”. Así de sencillo. Más del 80% de la información que recibimos nos llega por los ojos. Y es por ello -y no por otra cosa- que vivimos en la “civilización tecnológica de la imagen” y en el “imperio del audiovisual”.
¿Sabía que nuestro cerebro es un cerebro óptico, y que éste es el resultado de la evolución de tres cerebros biológicos, superpuestos? ¡Tres en uno!
Ahora que está de moda todo lo “emocional”, recuerde que la teoría de las emociones se edifica sobre las diferencias fundamentales que existen entre las estructuras arcaicas del cerebro que tenemos en común con los reptiles y los mamíferos inferiores, y el neocórtex específicamente humano que la evolución ha superpuesto a aquellas viejas estructuras.
Paul D. McLean, uno de los fundadores de la teoría de las emociones, escribió un interesante texto del que no me resisto a transcribir estos párrafos:
“El hombre se encuentra en la situación embarazosa de haber recibido esencialmente de la naturaleza tres cerebros que, a pesar de sus grandes diferencias de estructura, han de comunicarse y trabajar juntos. El cerebro más antiguo es fundamentalmente reptiliano. El segundo lo hemos heredado de los mamíferos inferiores. El tercero, que se ha desarrollado recientemente en los mamíferos superiores, ha hecho a los humanos singularmente humanos”.
“En el lenguaje corriente de hoy podemos considerar a estos tres cerebros como si fueran computadoras biológicas; cada uno tendría su forma personal de subjetividad, su propia inteligencia, su sentido del espacio y del tiempo, su memoria, sus funciones motrices y otras...”
Mientras las estructuras cerebrales antediluvianas que gobiernan los instintos, las emociones, las pasiones y las pulsiones biológicas apenas han sido tocadas por la evolución, el neocórtex de los homínidos ha aumentado en 500.000 años a una velocidad fantástica, sin precedentes en la historia de la evolución.
Todo este proceso evolutivo no se debe al azar. Tiene sentido. Obedece al designio visual de la especie. Nuestro sistema sensorial tenía que ser esencialmente visual. El cerebro óptico es el centro mismo de la sensorialidad, y es en ese sentido que la hominización ha avanzado.
El vector que ha determinado nuestro cerebro óptico lo ha llevado a adaptarse al servicio de la visión. que es el modo característico de la percepción cognitiva por la cual captamos el mundo y nos desarrollamos en él.
Nuestro cerebro óptico nos distingue sensorialmente de los demás seres vivientes. La sensorialidad del perro, por ejemplo, recae plenamente en el olfato y su mundo es un mundo de olores; su visión es muy deficiente y no percibe los colores; el perro no reconoce formas; reconoce olores. Las hormigas perciben por el tacto: son ciegas, y no necesitan ver porque viven en cuevas, a oscuras; las hormigas conocen palpando. Los peces perciben por medio de la lengua y el gusto; su mundo es un mundo de sabores. Y en la especie humana el sistema sensorial gira alrededor de la visión frontal bifocal conectada con el cerebro. Juntos constituyen nuestra máquina de comprender y de imaginar. Nuestro mundo es un mundo predominante de sensaciones luminosas y de formas en movimiento.
Todo eso no son teorías ni son cuestiones inútiles para quienes diseñamos para los ojos.
¿Ha pensado alguna vez cómo funciona el sistema retinex (retina-córtex) en el interfaz con una página de texto? ¿Y ante una imagen? ¿Funcionan ojo y cerebro del mismo modo en un caso y en el otro? ¿De qué modo la mente hace generar el sentido en la lectura, y cómo lo hace para extraer el significado de una imagen? Son cuestiones que necesitamos conocer.
¿Cree que es suficiente la clásica teoría psicológica de los colores, o precisamos hoy una semiótica del color? ¿Ha sido todo dicho sobre identidad corporativa, señalética, diseño de información, lenguajes gráficos, infografía; sobre los poderes de los esquemas y el e-design?
De todos estos temas trato en mi último libro Diseñar para los ojos. El primer capítulo, El privilegio y el compromiso del diseño gráfico, parte del hecho de que el diseñador es “una mente que influye otras mentes”. Desarrollo también otros aspectos como Tecnokitsch, El diseño y la vida cotidiana, Diseño para la muerte, y me despido con un reto: Diseño para la buena vida, con las iniciativas de Carlo Petrini: “Slow food”, “Slow cities”.
Encontrará respuestas a estos temas en mi último libro. Que tenga una feliz y provechosa lectura.
Más detalles sobre este libro reciente en mi sitio web: www.joancosta.com.